Jonathan Edwards, el canguro británico.

Debido a sus fuertes creencias cristianas había renunciado a competir los domingos, lo cual le costó no participar en los Campeonatos del Mundo de Tokio en 1991. Esto recordaba el famoso caso de Eric Lidell en los Juegos Olímpicos de París 1924, dramatizado en la película Chariots of Fire.
En 1993 cambió finalmente su manera de pensar respecto a competir los domingos, después de discutirlo mucho con su padre, que era pastor anglicano, y aceptó competir en ese día si era necesario. Precisamente en los Campeonatos del Mundo de Stuttgart de ese año la fase de calificación se celebraba un domingo. Gracias a su decisión pudo competir y finalmente ganó la medalla de bronce, su primera medalla en un gran evento, y haciendo además su mejor marca personal, con 17,44 m.
Nada hacía presagiar que en 1995, ya con 29 años, iba a producirse su despegue hacia cotas nunca antes vistas en esta especialidad. Sin embargo ese año no perdió ninguna competición y el 18 de julio en una competición celebrada en Salamanca, sorprendió volando hasta 17,98, un centímetro más que la vieja plusmarca mundial del estadounidense Willie Banks de 17,97, hecho en 1985.
Por si fuera poco, en los Campeonatos del Mundo de Gotemburgo ese mismo verano, hizo la mayor proeza en la historia del triple salto, batiendo en el lapso de apenas diez minutos dos veces la plusmarca mundial, pasando por primera vez de los 18 metros. Primero voló hasta 18,16 m y luego hasta 18,29. Con esto se llevó la medalla de oro y la mayor ovación del campeonato.