Nos hemos echado al monte. Los montañeros de toda la vida se aventuran a llegar a las cimas de siempre en menos horas. Los corredores urbanos han redescubierto el monte a base de carreras en las que incluso se les hace de noche . Se ha cambiado el asfalto por un terreno más blando para las articulaciones y el cronómetro ha pasado a un segundo plano porque ningún kilómetro es igual al anterior. También los habitantes de los pueblos han encontrado en las carreras una herramienta para dinamizar y dar a conocer sus plazas y rincones.
Hemos de equiparnos. La sección de Trail Running en las tiendas especializadas ha ido aumentando en metros cuadrados de exposición porque los corredores demandan productos que les hagan afrontar con garantías las incursiones en un terreno tan peligroso y rudo. El barro, las piedras y el desnivel castigan severamente a las zapatillas urbanas y hacen que el agarre, la estabilidad, la dureza y la impermeabilidad sean importantes, porque se les va a dar caña.
La principal diferencia con las zapatillas convencionales está en la suela. El material del taqueado de la suela del calzado de trail es blando para así agarrarse al terreno. Tienen que soportar el impacto de las piedras y es por eso que poseen placas rígidas y ligeras para parar el avance de las rocas dentro de la mediasuela. La flexibilidad de la zapatilla es otro factor importante para adaptarnos correctamente al terreno.
Para un terreno mojado se necesitan membranas técnicas, el más conocido el Gore-Tex, que impiden el paso de la humedad y del agua al interior de la zapatilla y así convivir con las condiciones duras de la montaña. La tierra de los caminos es más blanda que el asfalto pero esto no significa que no se necesite amortiguación, en el mercado hay zapatillas más resistentes que otras y también las hay más amortiguadas pero menos duraderas. En el punto medio está la virtud.
La necesidad de unas buenas zapatillas de Trail es evidente, las cuestas y las imperfecciones del terreno nos lo exigen.