El otro día mandé un email a mis atletas en el que les explicaba pormenorizadamente mis preocupaciones antes de una competición y les animaba a que hicieran lo mismo conmigo para, de este modo, conocerlos más a fondo.
Me asombré cuando recibí de muchos de ellos textos que hablaban de cuestiones muy personales y que les afectaba mucho como corredores. Se veía claramente la relación entre su correr y lo que habían sido, lo que eran y lo que pretendían llegar a ser.
Barajo una hipótesis de trabajo, a saber: según seas como persona afectará muy directamente en tu rendimiento. Somos como corremos, corremos como somos.
Con estas líneas pretendo intentar explicaros esta última idea….
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Siempre tuve afición a pensar demasiado.
«Demasiado» porque, de pensar, me quedaba a veces bloqueado. «Parálisis por análisis». Me planteaba una mejor manera de actuar y de sentir. Fui un niño complejo (imaginación y memoria siempre desbordadas) y necesité de mil y una artimañas para escapar de monólogos interiores, de comeduras de tarro, de pensamientos en bucle. Me costaba vivir en el presente por la melancolía del pasado y la incertidumbre del futuro.
Estas letras os las dirijo a vosotros, personas que salvando sus break-points aprenden a salir adelante gracias a la poesía. A ella le debemos todo. Dejadme que os explique…
Utilizamos el correr como una estupenda válvula de escape. Como un acto de movimiento cíclico y sencillo. Como una huida hacia delante. Como quien va diariamente a la lavandería.
Utilizamos esos ratos de soledad por los caminos para llorar y purgar lo que debe ser purgado o llorado. Para emocionarnos y, de esa manera, reducir la complejidad de la vida a algo tan simple como correr. Tan simple como un jadeo o como una gota de sudor que se confunde con las lágrimas.
La poesía es breve, condensa emociones. Tantas y tan cíclicas como nuestros pasos que insinúan y no muestran, que se mezclan de sobreentendidos y evocaciones.
Un verso es redondo y se explica en si mismo. Algo que cobra vida en las profundidades de la persona. Una suma de magia y de misterio. Una sensibilidad personal que no necesita de razones. Un terremoto de sentimientos, una parálisis momentánea del corazón sobrecogido.
Perseguimos atardeceres o amaneceres, momentos irrepetibles. La poesía del movimiento.
El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles…
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
—soñaba altos muros
guardándote el alma—
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entradas tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.
Pedro Salinas. «Presagios». año 1923
Esta poesía me transformó. Busqué, a partir de entonces, el alma de las cosas. Metí el alma en mi hobbie más querido. Me hizo despreciar el dolor. Y me importó más el otro, el moral, el sufrimiento latente. Me imbuí de toda la prosa, teatro, poesía y epistolario amoroso del catedrático del amor, D. Pedro Salinas. Y quise ser, de algún modo, Katherine Whitmore, merecedor de ese tipo de ternura.
Cobró vida la frase de «lo difícil se consigue y lo imposible se intenta» y aunque parezca una actitud voluntarista de enfrentarse a la vida fue, sin embargo, un ramalazo de angustioso lirismo, un intento de aportar a la prosa de cada día unos versos que le dieran sentido.
Y en esa actitud de poner sueños, anhelos por los que vivir, se iban pasando las estaciones como enmarcaciones de un fructífero cuadro de zancadas y latidos.
Volvía con frecuencia a casa, después de un trote, a plasmar las ideas o sentimientos que me subyugaban mientras corría como si fueran destellos. Revelaciones de chispazo. Cortocircuitos del alma. Comprensión de problemas irresolubles. Mejores maneras de decir, de pensar o de sentir. Se me abría el entendimiento por momentos. Amores prístinos, de leyenda. Damiselas en aprietos y caballeros de palabra. Pelea a brazo partido por ser otro, por ser mejor. Y en ésas estamos.
Qué bonito. Me encanta cómo lo cuentas. Llevo dos años corriendo y preguntándome por qué corro. Correr es algo físico, pero es mucho más… Como tú dices, “perseguimos atardeceres o amaneceres, momentos irrepetibles”. Un abrazo
Gracias Paula. Un abrazo muy fuerte. Habrá reválida con la media. Siempre es cuestión de segundas oportunidades. Así es este deporte.
Un abrazo.
Por encima de estanques, por encima de valles,
De montañas y bosques, de mares y de nubes,
Más allá de los soles, más allá de los éteres,
Más allá del confín de estrelladas esferas,
Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad
Y como un nadador que se extasía en las olas,
Alegremente surcas la inmensidad profunda
Con voluptuosidad indecible y viril.
Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,
Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un noble y divino licor,
La luz clara que inunda los límpidos espacios.
Detrás de los hastíos y los hondos pesares
Que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!
Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
Levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
La lengua de las flores y de las cosas mudas!
Charles Baudelaire. Elevación. «Las flores del mal»
Muchas gracias Luis. Un abrazo muy fuerte y enhorabuena por tu 1.28 de la media maratón. A seguir así de bien…..
Gracias, acabo de llegar de correr y como costumbre mientras hago la cena aprovecho para leer vuestros blogs. Y me ha encantado acabar de entrenar y leer poesia, la mejor manera da acabar por hoy. También quiero aprovechar para darte las gracias por tus consejos; que me hicieron conseguir acabar con una sonrisa la maratón de bcn. Mi tiempo no fue espectacular pero la acabé como queria con mi hijo menor y una sonrisa.
Hola Rosa, gracias por tus palabras. Enhorabuena con lo realizado en el maratón de Barcelona. Ya sabes que aunque los tiempos no sean espectaculares, si lo son para tu hijo menor que es lo que importa. Tiene una madre maratoniana, ¿Te parece poco?
Un saludo y a seguir sumando versos en forma de kilómetros…. Juan
y ahí seguimos estando, km a km………………..porque en ese momento en el que no ves el fin, tu alma de zapatilla, te grita : «sigue, sigue, que está ahí y no pienses, corre!!!!!!», casi como el gran Chema Martínez, y sigues, y sigues hasta el final ………………….por muchos finales indrescriptibles…………..por esas miradas de » estamos aquí y lo seguimos consiguiendo cada día»………………………los runners somos gente diferente, Keep running