
El tema del fofisanismo nos ha llegado como consecuencia de un post que escribió una estudiante americana en su blog titulado ‘Why Girls love the Dad Bod’ y que tuvo una gran repercusión en las redes. Contaba el atractivo y ventajas de los hombres con barriga, a los que denominó ‘dad bod‘ o ‘cuerpo-papá‘. Hombres que lucían la barriga felices y disfrutaban de la cerveza y la pizza sin preocuparse por los abdominales. Más o menos, la chica decía que le encantaba ese espíritu y que eran hombres más atractivos y atrayentes para ella que los que salían en los anuncios con cuerpos perfectos con abdominales.
Sinceramente, el fofisanismo relacionando kilos y salud no tiene nada que ver con la idea original. Los gordifuertes, los ‘barrirunners‘ y las ‘culirápidas‘ son epítetos que ilustran a la perfección los cuerpos que nos encontramos habitualmente por las carreras. No todas las personas gorditas tienen mala salud y van a vivir menos años. Tienen el colesterol en su sitio, viven sin artritis ni enfermedades relacionadas con el sobrepeso y obesidad y hacen deporte y comen sano, pero no adelgazan. Y no creo que la apariencia se la base para determinar el buen rendimiento. Ni la delgadez es sinónimo de debilidad, ni lo contrario sea un valor en sí mismo.
A mi madre le encantaría que yo mismo fuera un fofisano. Y a mi suegra, ni te cuento.
¿Es verdad que necesariamente se engorda al ser padre o madre, o incluso tan sólo por casarse? Crecí imbuido de esta creencia. El tiempo, gracias a Dios, no les está dando la razón.