Llevamos una racha en la que parece que morir corriendo es tan habitual, que cualquier día nos puede tocar a nosotros. Quizá la «profundidad» de las redes sociales y que correr esté tan de moda hacen de fermento y sea por eso que los medios de comunicación pongan la lupa en esta actividad durante tantos años invisible. Al aumentar el número de practicantes, se incrementa el porcentaje de posibles casos. Parece que hayamos pasado, de un plumazo, de una etapa en la que todo eran beneficios por correr a otra en la que parece que no tanto. Como veis todo, incluso esto, es pendular.
Os voy a enumerar un breve listado de problemas cardíacos: prolapso de válvula mitral, miocardiopatia hipertrófica obstructiva, displasia arritmogénica del ventrículo derecho o el síndrome de Brugada, entre muchos otros…. Asustado,¿verdad?
Mi labor a través de este blog es la de concienciar. Nunca será la de asustar. Porque considero que ser hipocondríaco es una enfermedad paralizante y negativa. Porque vivir con miedo no es vivir. Porque la pena es muy grande cuando me entero de que un corredor ha fallecido mientras practicaba deporte. Porque siempre queda la pregunta en el aire de si se podía haber evitado. Cuando un corredor como tú y como yo muere por o durante una carrera, la sensación que se me queda es la de que en un segundo te puede cambiar la vida. Siempre hay que estar preparado para el gran viaje. Todos vamos a morir pero nadie debería ser tan temerario o estúpido por comprar papeletas sin necesidad de esta lotería llamada destino o, como dicen los creyentes, voluntad de Dios.
Pon vida a tus años más que años a tu vida. Ese es el lema del corredor popular. Corremos para tener una calidad de vida mejor, no para evitar la muerte, que es inevitable y consustancial a la vida.
Conozco muchos casos de personas que se retraen de correr a intensidades altas por miedo. De esposas o esposos, de madres o padres que ponen sus caras de reprimenda, de labios fruncidos y de muecas torcidas hacia el hobby de sus parejas, hijos e incluso padres. Una mirada inquisidora que traducida sería como un » Lo ves, ya te lo decía yo, quítate de hacer locuricas y olvídate de ponerte un dorsal o pelear por una mejor marca. No te das cuenta que no vives de ésto y nunca serás olímpico» o lo que es peor….» no hagas tonterías, que tienes familia».
Siempre estaremos faltos de información. Nunca podremos investigar ni preguntar al difunto que sintió y si lo vio venir. Nunca sabremos a ciencia cierta si pudo ser evitado y que variable pudimos cambiar para que no pasase. En definitiva, nunca sabremos que porcentaje de culpabilidad tiene, en sí, el correr o, por el contrario, la falta de talento del corredor. Porque la tendencia habitual del ser humano es la de buscar culpables y que mejor manera que hacerlo hacia el que ya no está con nosotros y no puede defenderse.
Tenemos que ir siempre hacia la concienciación. Nuestro corazón es un músculo y hay que ejercitarlo como tal. Con progresividad y aplicándole las cargas de trabajo de una manera racional. Que si trabajo extensivo aeróbico, intensivo anaeróbico,… que si Umbral aeróbico, que si lactato, que si fatiga del sistema nervioso central, que si descanso. Ahora más que nunca aparece este tipo de terminología y pueda parecer que se ha inventado ahora.
Tendríamos que exigir (viva la utopía, es imposible medirlo fielmente) en la línea de salida de las carreras un «certificado de entrenamiento» y aun así tampoco sería la solución a todos los problemas. Tanto has currado para afrontar con garantías una determinada competición así será que te admitamos por ser un corredor responsable.
Una persona que entrena con regularidad y hace entrenamientos variados de trotes, series, cuestas y ritmos controlados,… tiene un amplio espectro de sensaciones y de vivencias que van quedando en el disco duro de su memoria y de su organismo. Es así, que cuando percibe algún síntoma nunca antes experimentado es cuando debiera de dar un pasito atrás.
TODOS VAMOS A MORIR, NO ES NINGÚN DRAMA
- El concepto de «seguridad social» o «seguro médico». La palabra «SEGURO» me da un poco de grima. Nada hay seguro en esta vida salvo la muerte. Me gustaría saber si a las personas que han muerto corriendo se les hubiera hecho una prueba de esfuerzo el día anterior hubieran «pasado» la prueba.
- Muchas personas empiezan a correr en edad adulta y con un poder adquisitivo alto y a veces necesidad urgente de autoestima. Sin ser nada de esto un problema en sí mismo, habría que analizar (cada uno en su conciencia) si corremos sólo de cara a la galería.
- Ninguno de nosotros vamos a ser olímpicos. No confundir pasión con talento. Nuestras metas han de ser realistas y posibles. Adecuar medios a fines.
- No hay venenos sino dosis. Progresividad en el entrenamiento y en las distancias que acometamos.
- Mi primera prueba de esfuerzo me la hice con 33 años. Desde entonces he conocido infinidad de Pruebas de personas que me han hecho llegar la suya. Las guardo todas. Ninguna de ellas determinan patologías inhabilitantes.