«Quien quiera peces que se moje el culo», en eso consiste el concepto de arriesgar en la vida. «Quien quiera duros a cuatro pesetas» se ha equivocado de deporte.
El atletismo nunca fue ni será un deporte de masas porque hay que asumir en solitario muchos riesgos. La aristocracia del correr, con mayor motivo, será cosa de poquitos que han decidido que la actitud en la búsqueda incansable de límites personales y de excelencia es el motor de su vida (no confundas con ser olímpico o correr mucho, la coartada no va por ahí). Todos estamos llamados a la excelencia.
Es buena época para el running pero será que soy ya mayor y no me considero runner. Quizá sea políticamente incorrecto ponerlo en negro sobre blanco pero ya me da igual, creo que valoras más la sinceridad con la que intento expresarme que lo que pueda escribir.
Runner me suena a moda, a masas, a finishers, a inercias pobremente interiorizadas. Al uso del correr como instrumento exclusivo de reconocimiento social, postureo, de terapia psicológica gratuita, de relacionarse con otros runners y alternar con personas de hábitos sanos. El runner necesita, menos mal, de la materia prima «Correr» para desarrollarse como runner. Pasará la moda y quedarán los corredores: los incomprendidos, los que huyen por cobardes, los vilipendiados, los masocas, los raritos, los de la ocupación extenuantemente improductiva.
Si buscas la excelencia admite que vas a ser muy observado. Serás un referente para la sociedad, un influencer de lo físico, de la salud y de los valores. Estarás empeñado en el cuidado de los pequeños detalles. Entrenarás y competirás con compromiso, con sensibilidad social. Como dijo Steve Prefontaine: «Una carrera es una obra de arte que la gente puede ver y verse afectados de todas las maneras que son capaces de entender. Algunas personas crean arte con palabras, con música o con un pincel. A mi me gusta hacer algo hermoso cuando corro. Me gusta hacer que la gente se pare y diga: «Nunca he visto a nadie correr así antes». Es hacer algo mejor que nadie. Se trata de ser creativo. Dar cualquier cosa menor a tu capacidad es sacrificar el don«.
¿Cuando corres notas que estás compartiendo un don, que estás robando la belleza que tu cuerpo en movimiento es capaz de desarrollar? ¿Correr se ha convertido en la victoria de tus sentidos y la ausencia de tus pensamientos? ¿Has sentido la excelencia cuando esprintas y como brisa de primavera haces desaparecer el invierno bajo tus pies?
La vida del atleta gira por completo alrededor de la tarea. ¿Por qué vivo como vivo? ¿Es eso vivir? El método que uso para hacer frente a estas dudas fundamentales es simple: no pensar en ellas en absoluto. Sin actitud no te ganas el respeto de los otros corredores que al final es lo que más vale.
Los momentos de euforia llegarán con naturalidad, sin buscarlos. No corro por ningún motivo criptoreligioso, sino para cubrir distancias rápidamente e incluso ganar alguna carrera. Si puedo dominar mi propia debilidad y cobardía no tendré que preocuparme de nada más, todo llegará a su debido tiempo. Correr será mi rito de purificación.
Todo se escribe en negro sobre blanco. Mucha gente no es capaz de soportar esta clase de presión; los egos se marchitan ante la evidencia. Cada uno de nosotros carga con sus propios registros, por eso nos importan tanto los números, por eso siempre estamos hablando de ellos. 33.48 en el 10k, 1.11.59 en la media, 2.36.36 en maratón y 8.32.41 en 100 kms, es como si llevara estas cifras tatuadas en la frente.
La búsqueda de la excelencia me hace sentir como un animal. Como una mosca que, atrapada en un vaso de agua, porfía por alcanzar el borde salvador moviéndose compulsivamente sin saber si será suficiente. Aguanta, aguanta, aguanta…por lo que más quieras ¡Aguanta!