Ir a fichar al parque

Imagínate delante del odioso reloj de fichar. Queda impresa la hora de entrada a tu lugar de trabajo. No has descansado por la noche y te has levantado como un autómata, sin entusiasmo. Un día tras otro delante de esa máquina de fichar introduces el trozo de papel con tu nombre y todo vuelve a rodar, el déjà vu de un gesto real o quizá un sueño.

No te planteas faltar a esa cita. Quieres cobrar el salario al final de cada mes, quieres sentirte parte necesaria en la empresa para la que trabajas. Sabes que no será un día especialmente productivo, a priori no tiene mucha pinta de ello, pero no obstante tu escueta pero firme voluntad hará que no pierdas la esperanza del todo. Te aferras al sentido del deber, a la interiorización previamente consciente del «hacer lo que debes y el estar en lo que haces»

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Hasta el moño de recetas. Estás asqueado por consejos baratos. Te has dado cuenta hace tiempo que esto de correr va de ir a fichar al parque. No hay quejas, no hay excusas. Si se trata de crear virtud habrá que empezar por afianzar los hábitos. Tu paz y serenidad de corredor se nutre de la cantidad de días que vences la pereza y te arrojas como alma en pena a la incertidumbre de un día congelado, tórrido o ventoso que invita a no cruzar el umbral.

Habrá días pletóricos, otros mediocres y muchos en los que habremos fichado en el parque en un reloj imaginario como si de un pésimo y desmotivado trabajador se tratase. Desmotivado pero puntual. Ante todo puntual. Que eso no falle.

Entre los corredores abundan los obsesivos-compulsivos. Ayer lo comentaba con mi amigo Mariano después de unas series de flipar. Mira que hemos compartido días perros porque siempre quedamos para hacer los entrenos desagradables. Y en compañía saben mejor. Nos vamos engañando y cruzamos los límites de la lógica con la confianza que da la audacia del otro. Necesitamos del atrevimiento del compañero, nos ayuda a salir de la zona de confort porque confiamos ciegamente en aquel que nos demuestra día a día el compromiso y la entrega. Gracias Mariano, fichar en el parque a la misma hora que tú nos garantiza a ambos que la faena saldrá. Unos días brillas tú y otros yo, pero el tajo sale adelante.

El entusiasmo no siempre lo tenemos. La vida no siempre es color de rosa. Pero siempre hay que ir a fichar.

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