Normalmente las entradas de este blog, que os doy a conocer puntualmente miércoles tras miércoles, surgen tras un proceso más o menos previsible, más o menos rutinario, y que lleva tiempo. Aparece una idea, un chispazo, normalmente en mitad de un trote o de unas series intensas. Llego a casa y plasmo rápidamente las frases que mejor expresan esas insinuaciones aparecidas en la calma del ritmo sosegado de mi respiración o en el estrés de las pulsaciones altas. Luego las dejo reposar unos días para que maceren como el contenido de las croquetas antes de freírlas. Por último, con música de fondo y con la inspiración del momento oportuno, redacto y amplío lo que hace días entró de manera sensitiva. Primero la emoción y luego el raciocinio. Mi vida, por suerte o por desgracia, es así de previsible.
Lo que hoy os escribo lo vomité ayer por la tarde como el que está decidido a no bajarse nunca del ring aunque sea consciente de que el combate lo tengo totalmente perdido.
El otro día hablaba con Javier Martínez Suárez, un economista al que los clientes confian la tarea de, según los mercados, invertir sus dineros. Me explicaba que su trabajo se resumía en quitar la emoción en la toma de decisiones. No dejarse influenciar por el mercado chino, por Donald Trump, por los vaivenes del Brexit, por el radicalismo de Le Pen en Francia y un sinfín de estímulos que pueden distraernos del objetivo último que es hacer crecer nuestras inversiones.
En ocasiones hay que dejarse en casa la emoción cuando salimos a entrenar. La vida, sobre todo si vives montado con frecuencia en la ola de la emoción, es insufrible. En el correr o quitas la emoción o puede jugarte muy malas pasadas. Si se trata de entrenar y de hacer planes de futuro con nuestra recién estrenada afición es difícil escaparse a la emoción que sentimos en un primer momento por correr, sólo la lentitud y la toma sosegada de decisiones son la mejor manera de prosperar.
Hoy hice unas series con Mariano en las que tuve que desconectar la emoción de mi vida. Hacer un paréntesis en el día para completar los 2 x 2000 + 1000 + 2 x 2000 sin venirme abajo. Sólo al final quise soltar todo el pesado equipaje emocional que me acogota estos días. La vida te coloca con frecuencia en situaciones precarias que sólo con coraje puedes obviar cuando sales a entrenar. Nadie dijo que ser corredor fuera fácil. A diez días de la Maratón cuesta.
La emoción es buena, nos hace movernos y sentir con el cuerpo, pero no nos olvidemos que la inteligencia y la voluntad están por encima y rigen nuestras emociones que, gracias a Dios, son pasajeras.
Faltan pocos dias para el maraton y supongo que como lo correras te deseo toda la suerte del mundo y que lo disfrutes. GRANDE JUAN