Hace unas semanas asistí a una charla-coloquio. La impartía uno de los socios fundadores de la marca de zapas Pompeii, un joven de 26 años que junto a tres amigos tuvo la inquietud de ganarse la vida en algo que adoraban todos ellos: el calzado casual o sneakers. Os aseguro que supo transmitir, con una pasión casi febril, los inicios del proyecto. Crear de la nada y dar forma a algo que sólo estaba en sus calenturientas cabezas fue para ellos una inyección de empuje y contagiosa obsesión.
En un momento de la charla pronunció la frase que da título a esta entrada de blog «Nada gana a la pasión» o lo que es lo mismo, si tienes pasión sacarás adelante el proyecto que te propongas o, por lo menos, irás superando los obstáculos que se te presenten en la búsqueda de ese sueño.
Tener pasión está bien y te aseguras que la tienes si cumples con la máxima: «No querer algo por lo que te aporta, sino en si mismo». En ese sentido, el postureo del runner sería el paradigma de la no pasión.
Se da el postureo cuando el corredor busca tan solo el doble click, por ejemplo a la hora de querer finalizar un maratón sin importar el camino necesario para merecerlo. También cuando no te planteas con relativa frecuencia el por qué y para qué haces lo que haces. No tiene que ver con que se te dé bien correr, tan solo con que estés deseando salir a correr como la tarea diaria que más te descansa y mejor sabor de boca te deja.
«Me encantan ese tipo de personas con olor a quiero, puedo y me lo merezco; con gusto a no lo sé todo, escucho y aprendo; con mirada de sí, y sonrisa de gracias». ¿Vamos al cine? ¡Vamos!, ¿Vamos a comer? ¡Vamos!, ¿Vamos? ¡Vamos!,… rodéate de personas así en tu vida.
Ya lo dije en otra entrada: «Cuando consigues transformar tu entrenamiento o competición de una obligación en una fiesta o celebración, ese es tu objetivo prioritario. Porque si lo concibes como celebración, estás cancelando la noción de un objetivo o rendimiento. En una fiesta se ha eliminado el «tiempo», en una fiesta no transcurre nada. En una fiesta, la persona (en este caso corredor) se eleva a un plano donde todo es como el primer día, luminoso, nuevo y primigenio; donde sopla un hálito creador y se participa en la creación. Los dioses se alegran cuando los hombres juegan. Y correr debe de ser un juego, hay que vivir jugando».
El juego genera intensidad. Y la intensidad es consustancial a la pasión. No se puede aspirar tan sólo a la supervivencia en la vida, tenemos que diferenciarnos en algo del resto del mundo animal y me parece que en lo único que nos hace ser únicos es en la entrega a un ideal, a una persona o a una afición.
Si no tienes pasión, te quedarás sólo en un runner ocasional y perecedero. Tú mismo.
Totalmente de acuerdo. Que importante es la pasion , en la vida y en los proyectos o aficiones que emprendas…
Yo me considero corredora social y apasionada … Voy a mi propio ritmo pero me apasiona soñar mientras y despues de correr…