Durante diez años y con una frecuencia casi diaria me he ido relacionando con miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y también con militares. Les vendía zapatillas para correr a los cadetes a punto de entrar en la Academia General Militar o a sus mandos, a los de la UME (Unidad Militar de Emergencias) o a Policías Locales o Nacionales. Les envidiaba mucho cuando me decían que ejercitaban su físico en su horario laboral y que era parte de su trabajo estar en buena condición física.
Este lunes 15 de Octubre lo pensaba mientras corría en un trote fácil y soleado por la Vía Hispanidad de Zaragoza. Entrenar (esa actividad que tanto nos gusta) es parte intrínseca de mi trabajo diario. Y tengo mucha suerte porque así sea.
En mi caso, estar en el peso adecuado es trabajo, vivir las fiestas con contención (las del Pilar finalizaron el domingo) es trabajo, una hora más de sueño es más descanso y es, por tanto, también trabajo. Y lo mejor de todo es que cuando a uno le gusta su trabajo lo hace con la sensación de estar haciendo lo correcto y las privaciones son únicamente motivo de infinita alegría. Se hacen por amor a nuestro hobby y se esfuma la sensación de constricción y de ahogamiento que produciría el no hacer como una hueca búsqueda de lo correcto. Esto último hace mucho daño a un corazón apasionado.
Los que nos dedicamos al cuerpo somos muy disfrutones, muy orgánicos. Nuestra corporeidad afinada nos permite llegar a lugares y situaciones a los que difícilmente se llega con cuerpos estropeados. El flow es nuestro mejor amigo y aliado.
No es la primera vez que me dicen que ya no tengo nada que demostrar en esto del correr, que ya no me deberían de compensar los achuchones en series, en las cuestas o los fartlecks. A mis años, dicen, ya lo tengo todo hecho. Se equivocan, lo mejor siempre está por llegar y me salva mi recurrente inconformismo que ha hecho que a día de hoy siga buscando la perfección. Porque ésta se puede encontrar en cada una de nuestras edades y no tiene correlación necesaria con nuestros mejores años de juventud o madurez. No tengo nada que demostrar, es cierto, pero no puedo presentarme en el parque y mandar correr a mis chicos con un cigarrillo en la boca o una barriga llena de excesos. Necesito dar ejemplo porque estoy convencido que es el estilo de enseñanza más poderoso.
Al final correr es una manera de enfrentarse a la vida, una manera de vivir y sentir que intento transmitir a mis atletas. Después de la plenitud deportiva (de cronos excelentes y sensaciones brutales) llega el inevitable declive por la edad. En nuestra mano está el envejecer con dignidad, en centrarnos en el cómo, en la postura, en la facilidad, en la longevidad deportiva. De nosotros depende el atinar y dar rápidamente con el intríngulis: esto va de pasión, de cariño…y no tanto de cumplimientos y de vivir con aséptica corrección.
Correr es mi trabajo ya sea primavera, verano, otoño o invierno. Dame un camino y allí que iré a descifrarlo.
Pues q yo no encuentro esa pasión y ya me gustaría…mas bien lo siento como una carga insoportable en cuanto al compromiso al esfuerzo y como decías al inicio tb a la alimentación…espero algún día encontrar ese sentido tan gratificante y motivador q expones…muchas gracias
Chavi
Hay que llegar al encuentro del sentido…en esto del correr y en cualquier actividad humana. Las cosas con pasión pasan de ser obligaciones a gustosas maneras de expresarnos.
Un abrazo
Juan
Reblogueó esto en AGA & I.M.C. Mercadología – Mercadotecnia E./S..