Nuestro aprendizaje siempre está en proceso, no acaba nunca. Es por eso que me encuentro con corredores que aunque maduritos se manejan peor que algunos niños. Tomar buenas decisiones es un arte de difícil dominio.
El otro día vi un vídeo en el que hablaban de las funciones ejecutivas del cerebro, necesarias para planificar, organizar y alcanzar metas. Esto de planificar y organizarse tiene más importancia de la que parece y es vital en la educación de nuestros hijos. Citaré hoy tres de ellas: CONTROL INHIBITORIO, FLEXIBILIDAD COGNITIVA Y MEMORIA OPERATIVA.
Muchos corredores escasean en estas destrezas e imagino que en sus vidas ordinarias también les harían buena falta. Al fin y al cabo el correr es una manifestación más de lo que seas como persona.
Pondré un ejemplo para ver si tienes o no Control Inhibitorio: imagínate que tienes una molestia física justo en la última semana previa a una competición importante. Dar la importancia justa y necesaria a los obstáculos que se presentan es un arte. Nada como tener muy presente la importancia de lo verdaderamente importante. Olvidarte de la molestia y tirar para delante con una mente fresca y positiva es algo posible si se tiene un autodominio a prueba de bombas. Hipocondríacos, obsesos y ansiosos son incapaces de controlarse.
Ejemplo de Flexibilidad Cognitiva, sería, por ejemplo, cuando podemos adaptarnos a una nueva situación inesperada, imprevista. Es el caso del famoso Plan B en una competición o en un entrenamiento. Tener una inteligencia más parecida a un junco flexible que a una rama rígida, más propicia a quebrarse en cuanto una volada de aire llegase a nuestra vida. Nada debiera de romper especialmente nuestros esquemas, poseer la famosa resiliencia.
Por último, la Memoria de Trabajo u Operativa: sería cuando no aprendemos del error cometido y volvemos a caer una y otra vez en lo mismo. Siempre pienso en la frase «saber no es cambiar» cuando veo a atletas que no se enmiendan aun sabiendo que deben hacerlo. La inteligencia no la tienen dañada, sólo es cuestión de falta de voluntad o de un voluntarismo exagerado. Porque se puede pecar por exceso o por defecto. La mesura está reservada sólo a unos pocos y la voluntad es un músculo mucho más importante que nuestro biceps.
Pedir consejo, esperar el momento adecuado para solucionar un conflicto, corregir en el momento más oportuno,….son habilidades que no se trabajan específicamente en la escuela, no son asignaturas y no pasamos exámenes objetivos en ningún momento de nuestra vida. Una pena, porque marcan la diferencia entre una convivencia fluida o un tormento.
El otro día comía con empresarios, hablaban de las características que debían buscar en un trabajador si fueran los que hicieran la entrevista de trabajo. Obviando los necesarios y fácilmente constatables conocimientos y aptitudes frente al puesto de trabajo, llegaban a la conclusión de que buscarían cualidades difícilmente medibles y que tienen que ver con la actitud: la alegría, el uso del tiempo libre, el entusiasmo, la higiene, la educación, el trabajo en equipo, las habilidades sociales…
Huye de las personas que tienen como primera e incluso única opción el uso de la excusa o de la queja, de las personas poco agradecidas o poco amables a las que les cuesta Dios y ayuda el uso de las palabras perdón, gracias, buenos días o por favor, las que se dirigen a los demás sin una sonrisa….
Ya lo decía aquel: «En esta vida puedes ser de todo, menos un coñazo».