Es un hecho irrefutable que al aparecer los teléfonos móviles en nuestras vidas, hemos dejado de saber de memoria los números de teléfono de nuestras casas, de los amigos o incluso del novio. También hemos perdido un elemental sentido de la orientación por culpa de los GPS de los coches. La tecnología ha crecido de manera inversamente proporcional a nuestra capacidad de racionabilizarla y en gran medida nos atontan. Todo va muy rápido y carecemos del tiempo suficiente para atemperar su uso y desembarazarnos de su abuso.
Por poner un ejemplo: Convivimos con el fenómeno de los grupos de whatsApp. Lo que en principio es una herramienta excelente se ha convertido en un sutil instrumento de tortura. Así somos: excelsos cuando se trata de manejarnos con la nueva sociedad de redes pero en la que la inmediatez y la tibia confusión entre lo Importante y lo Urgente está dinamitando la capacidad de concentración y la quietud necesaria para progresar (sirva de ejemplo, las necesarias y reparadoras horas de sueño que están en el origen de lo bueno físico y psicológico).
El exceso de tecnología nos ha quitado cosas. Nos invaden los datos cuantitativos (ritmos, pulsaciones, kilómetros, y un largo etcétera) y hemos menospreciado por desgracia los datos cualitativos (índice del esfuerzo percibido, sensaciones, intuiciones, misterio y magia). Los datos numéricos son fríos y útiles. No reniego de ellos y soy al primero al que le encantan. Disfruto al casarlos con las sensaciones y las intuiciones e incluso me maravillan cuando son inexplicables y se convierten en un misterio. Con los años he constatado que estas cuestiones son muy certeras, mucho más que los números.
Me encuentro con corredores que son excesivamente refractarios e impermeables a las indicaciones del que todo lo ve, y muy claro, por estar precisamente fuera del corredor (el entrenador).
Se da el caso del que mira a cada poco y con obsesión su ritmo de trote. Se supone que es un día fácil de carrera continua y lo convierten en una competición de sí mismos contra el reloj. No se puede ser tan rígido y, menos aun, cambiar el sentido de lo que iba a ser un trote regenerativo para asimilar el entrenamiento de series del día anterior. Si el atleta carece de elasticidad ante las situaciones que provocan estrés, resulta ser un problema importante. Por desgracia para ellas, el correr en vez de relajarles (nunca olvides que es uno de sus valores más importantes) les tensa.
Se da el caso del que usa el reloj-gps para hacer series -pásmate- en un lugar donde está todo medido. Incluso se da el caso del que para hacer series de 200 metros mira el reloj dos o tres veces. Hace muchos años no utilizabamos los relojes GPS para entrenar porque no existían. Y eramos muy felices y superprecisos con los ritmos. Te agudizaba la necesidad de saber para analizar y rentabilizar tus esfuerzos. Ejercitábamos el pensamiento crítico. Vivíamos más en el mundo real y no tanto en la nube del strava o similares.
GPS sí, of course, CORRER REFLEXIVO, también, por supuesto y ante todo.
Ayer hicimos series y viene que ni pintado…
Soy una corredora atípica sin reloj, ¡y me encantan tus reflexiones!
Gracias Paula!!!
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