Acabamos de estrenar el 2019. Uno de tus propósitos para este año sea, tal vez, debutar en la Maratón. ¿Es o no una decisión precipitada en tu caso? Te escribe alguien que debutó en la distancia de Filípides -seguramente fue una bendita locura- en 1990, a la edad de 18 años. Por lo que se ve, no tenía especial aprensión al esfuerzo físico.
¿Qué sería prudente o por el contrario una temeridad en materia de Maratón? Cada cuál tiene su personalísima medida de lo razonable. No obstante intentaré -qué atrevimiento- darte algunas ideas que puedan servirte para reflexionar.
La cultura finisher -ya lo digo de antemano- no me parece especialmente valiosa ¿Te has planteado cuánto tiempo tardaríamos en recorrer los 42 kilómetros andando? Según sea tu velocidad, entre siete u ocho horas. Por lo tanto todo lo que sea hacerlo en menos de esas ocho horas sería digno de elogio, incluso estar ocho horas seguidas andando tiene un gran mérito. Pero, amigo mío, lo que intento decirte no es precisamente si tiene o no valor, si es merecedor de aplauso. Porque -por supuesto- cualquier actividad humana que sea salir del sedentarismo es un logro y me gustaría aplaudirlo hasta con las orejas.
A las personas nos cuesta aceptar consejos y más cuando no los hemos pedido. Nos suenan mejor las insinuaciones, el que nos hagan pensar, el sentir la libertad a la hora de dirigir nuestras vidas porque el orgullo tiene demasiada fuerza. Época de libertades y derechos, llevamos muy mal las imposiciones del exterior.
Cuestión controvertida es la de cuándo debutar. Se da culto a la experiencia y a salir de tu zona de confort. Resulta difícil hablar, hoy en día, de obediencias ciegas. Sabemos que todo lo que nos pasa, aprovecha y enseña. Somos una suma de errores y aciertos, de aprendizaje.
Por tanto, todo lo que voy a decirte está en la línea del consejo, de la insinuación. Nada de lo que cuenta este blog está escrito sino como una manera de trasladaros mis años de experiencias, vivencias y aprendizajes. Las que he adquirido con los años, con la observación y la suma de atletas que han pasado por mis manos. Para mi -eso me pareció a los 18 años- ser maratoniano consistía en recorrer la distancia sin andar. Y en la primera maratón anduve -no existían geles ni internet- desde el kilómetro 40; Avergonzado transité moribundo hasta el 42 en el que arranqué a correr para llegar con la dignidad que momentos atrás estaba desaparecida. Consideré que las 4 horas y 13 minutos que invertí fue la cifra que -dejando de andar- sería fácilmente batida. Fue al año siguiente cuando la corrí sin andar y sentí vengada la afrenta del debút.
Hay que sufrir, es inevitable, pero sin ser innecesariamente un masoca.
Sólo debutaría en maratón si hubiera bajado previamente de las 2 horas en media maratón. Y sólo debutaría en media maratón si hubiera bajado de 60 minutos en los 10 kilómetros.
Sólo debutaría en maratón si llevase al menos dos temporadas de entrenamientos sistemáticos -en el caso de haber empezado de cero-.
Ahí lo dejo. Ahora piensa y decide con cabeza.