No hay que ser muy espabilado para -después de haber pasado por muchos trabajos y haber estado en los dos lados de la barrera como trabajador, mando intermedio o incluso socio capitalista de una empresa- reconocer al buen profesional. Un buen trabajador es un tesoro que hay que mimar. Con el tiempo te das cuenta de que los mayores problemas en un proyecto empresarial son los que generan las vicisitudes de la plantilla.
Los gastos fijos que suponen los salarios y los seguros sociales pueden convertirse, para una empresa, en una losa en momentos de vacas flacas pero no me refiero a esto. Me quiero fijar en las incidencias que un trabajador genera si no siente la empresa como suya o si no se percata que, en el trabajo bien hecho, ganan todos. Hay trabajadores que, por desgracia, sólo ven derechos y muy pocas obligaciones. Serían motivo de análisis (también) las cuestiones referentes al absentismo laboral. Las bajas. Pero no seré yo quien entre en este maravilloso jardín.
Imagina un camarero que no atiende con una sonrisa y que se nota que el cliente le molesta. Piensa en un vendedor que no sabe defender su producto o que no sabe escuchar al cliente y persuadir con buenas artes su decisión de compra. Imagina a un profesor asqueado de sus alumnos. En cualquiera de los trabajos en los que puedas pensar, te podrías situar entre los buenos o los malos profesionales.
Si me tuviera que poner en la piel de un responsable de recursos humanos tendría más o menos claro el perfil de la persona a la que querría contratar. Estas diez características las considero cruciales para cualquier puesto de trabajo:
1. Compromiso (engagement) 2. Responsabilidad (responsability) 3. Implicación 4. Organización de tareas 5. Adaptación al cambio y necesidades de negocio 6. Trabajo en equipo y por objetivos 7. Clima laboral favorable 8. Actitud, no aptitud 9. Productividad 10. Control del estrés
Y ahora viene cuando la matan. Para mí, un corredor reúne -sin pretenderlo- estas características. Si nos ponemos a analizarlas, me sale que un corredor las necesita para afrontar los entrenamientos y las competiciones en la azarosa vida del apresurado siglo XXI. Has de estar motivado, ser optimista (incluso alegre), organizado, reflexivo, resiliente, resolutivo, creativo, comprometido, eficiente y con una actitud proactiva. Todas estas maneras de ser y de hacer, nos harían ser muy cotizados por los responsables de RRHH y seguro que suspirarían por nosotros.
De la famosa fórmula de Kuppers V= (C+H) x A, en el que el valor (V) de una persona se mide sobre todo por la actitud (A) que es la que multiplica, y en la que la aptitud sería la resultante de conocimientos (C) más la experiencia o habilidades (H), pero que sólo sumarían.
Insiste en tu rol de corredor porque estarás creciendo también como buen trabajador. Se contagiará tu trabajo diario de las virtudes que comporta tu deporte.
Yo lo tengo claro. Ante la duda, elegiría a una mujer/hombre corredora.