La evaluación del desempeño: los pisadores de uva

Los números mandan cada vez más. La productividad se calcula cocinando los datos que nos proporcionan los dispositivos informáticos. La objetividad de la fría cifra puede con todo y -día a día- nos vamos alejando de la sospechosa subjetividad que proporciona un avezado ojo clínico.

Los datos nos sirven -por ejemplo- para tomar decisiones en una empresa. Racionalizar los horarios, calcular los aleatorios flujos de los clientes, los picos inesperados de trabajo, los volubles hábitos de una sociedad en constante evolución,…factores que en pequeñas empresas son cruciales si lo que deseamos es optimizar los escasos recursos.

¿Y qué me dices del factor humano? ¿cómo podemos objetivar la implicación del trabajador en las tareas que tiene encomendadas? ¿Cómo evaluar su desempeño? ¿lo podríamos reducir a puntuar su aseo personal, su puntualidad, su alegría, su profesionalidad, su motivación y su compañerismo?

Así me pasa con mis atletas. Están embarcados en la tarea de mejorar como corredores: son sus propios empresarios. Tienen recursos limitados pero mucha implicación. Pasan las semanas y sus gotas de sudor y el brillo de sus ojos me van informando de todo. Las marcas, los registros en las carreras y también los tiempos de series, de rodajes y de pulsaciones. En principio sería fácil evaluar a un atleta en función de estas cifras. ¿Nos servirían para definir una imagen fiel de lo que son? Albergo muchas dudas. Desde fuera se ven mejor las cosas y en eso soy un privilegiado. Aspiro a conocer los entresijos del atleta y las circunstancias que le afectan: si descansa por las noches, si ha reñido con su pareja, si en el trabajo acumula estrés. Sólo llegando al meollo de la persona se le puede ayudar.

Si tuviera que poner calificaciones en mi grupo de entrenamiento, ¿en base a qué los evaluaría? Supongo que tendría en cuenta su actitud y la evolución. Por supuesto que miraría de reojo las marcas pero sobre todo me fijaría en su evolución en la manera de correr. Ellos no se dan cuenta, pero en pocas semanas empiezan a correr distinto y esto es más evidente cuando vienen con una técnica deplorable. Siempre, detrás de una mejora en el cómo (eficiencia) hay una sustanciosa mejora en los resultados (eficacia).

Entre mis atletas los hay a los que denomino «pisadores de uva». Lo hago con cariño y como para que se den cuenta de manera gráfica de la incomodidad que experimenta el suelo cuando son agredidos violentamente por talones y plantas de los pies cayendo inmisericordes.

Es difícil cambiar las malas costumbres. Para ello deberías de transitar por ignotos caminos que sabe Dios dónde te llevarán. En el fondo, correr bien es una aventura con incierto final. Llegar a buen puerto será posible si tiene una confianza plena, más propia de locos y visionarios, e intentas dejar de ser tú mismo.Sólo nos dejaremos transformar cuando perdamos el miedo al miedo.

Si lo tuyo no es vendimiar, ponte manos a la obra en dejar de azotar el suelo y silencia tus pasos. El mejor corredor es el que no deja huellas.

Para alcanzar algo que nunca has tenido tendrás que hacer algo que nunca hiciste.

2 comentarios en “La evaluación del desempeño: los pisadores de uva

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