Otro día en la oficina

Estamos en pleno verano y hace calor, mucho calor. Las excusas podrían estar justificadas ante los atípicos horarios que hacen de estos días de asueto un verdadero caos si pretendemos poner las bases de las carreras que llegarán en el próximo otoño. La anarquía en las comidas y en las horas de sueño harán estragos en nuestros cuerpos y sobre todo en el ánimo que seguro languidecerá ante el sol abrasador que difumina implacable los cercos de nuestro sudor permanente.

La mayoría de nosotros haremos penosos equilibrios de cuerda floja para sacar un rato y correr por el monte o por la playa. Lo haremos en condiciones de precariedad -en las peores horas del día- con la sensación de estar desatendiendo las vacaciones del resto de la familia. Inasequibles al desaliento de las críticas -incluso familiares- que intentarán despellejarnos con despiadados comentarios de los que se supone que debieran de comprender más nuestra afición.

El verano es un excelente momento para ejercitarnos en eso que se llama descanso. De hecho, se presentarán innumerables ocasiones para demostrarlo. Espero que llegues al convencimiento de que es un saludable hábito ir contra corriente en una sociedad que da la espalda al dolor voluntario y abandona la renuncia y el esfuerzo. Repítetelo las veces que haga falta: Correr me descansa.

Todos los días -ahí no fallamos- dormimos, comemos y bebemos y en eso no podríamos tomamos vacaciones. En la famosa pirámide de Maslow se llaman necesidades básicas. En la cúspide de esa pirámide se situaría la autorealización que no es otra cosa que satisfacer la necesidad de sentirnos útiles ante la sociedad, el tener prestigio (kudos, me gustas o likes).

Sólo llegaremos a autorealizarnos a través del constante y trabajoso cultivo de lo ordinario. Y ahí es cuando viene la necesidad de ponernos un cierto horario y unas mínimas obligaciones para que nuestros días vacacionales no se vayan llenando de vacío.

Imagínate que se nos permitiese ir a la oficina sin corbata, en mangas de camisa, con un horario más flexible y sin la presión del vigilante ojo de tu jefe… así es como tenemos que percibir el descanso: de una manera activa. Disfrutar con sostenibilidad de nuestra muy trillada oficina que es nuestro querido y diario entrenamiento. No hay excusa para dejar de hacer lo que más nos gusta y que notamos que nos viene tan bien. Es una buena ocasión para correr por sitios nuevos, por recorridos sorprendentes y sorpresivos.

Empéñate en volver realmente descansado del lugar de veraneo. Desde hace años la calidad de mis vacaciones se mide por la cantidad de libros que he leído, por lo poco que he mirado el móvil y las redes sociales y por la cantidad de lugares que he conocido a golpe de zancada. El turismo hecho a zapatillazo limpio.

Ahora, en verano, ojalá sumes -sin presión- el mayor número de días de oficina, ya me entiendes, de fichar por el hecho de abrochar tus zapatillas para salir a correr. Otro día en la oficina….

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