Acercar sueños

Suelo presenciar felices milagros. Se producen más de lo uno pueda imaginar. Solo tienes que hacer que suceda.

Un atleta que está a lo que sugiero u ordeno alcanza sus objetivos. Algunos días se les ilumina gozosa su cara perlada en sudor si constatan que han llegado más lejos y más rápido -cuando realizan unas series en tiempos inferiores a otras semanas o cuando están varios peldaños más arriba que alguno de sus compañeros de entrenamiento- de lo que su imaginación pensó en un principio como posible.

Un entrenador es un tipo con suerte. Supongo que les pasa lo mismo a los buenos profesores. Van presenciando día a día la evolución integral de las personas y cómo el correr -o la confianza por el hecho de adquirir destrezas- afecta felizmente a todos los órdenes de sus vidas, en lo personal y en lo profesional, en lo afectivo y en lo intelectual,… en sus almas.

Es deseable que vean en el entrenador a un modelo -líder, gurú o maestro- cercano, asequible y -puestos a decir- rocero. De nada serviría que fuera inalcanzable, y por muchas marcas que haya conseguido en el pasado o por muchos podios que esté consiguiendo en el presente, por mucha delgadez que indique compromiso y por poner cuidado en los detalles, lo que se espera de él es que tenga la normalidad del que tiene errores, defectos, dudas y no todas las respuestas. Dar la sensación (nunca impostada) de que todos seguimos aprendiendo y estamos montados en el mismo barco y con el mismo destino. Tiene que mandar, tiene que aportar sus conocimientos y sobre todo experiencia en lo que tiene que ver con los imprevistos, con las inseguridades y con la fobias y filias de sus alumnos, pero siempre dando ese aire de libertad del que entrena por gusto y como complemento a sus obligaciones diarias.

Cada cual adoptará la ruta deportiva que mejor se adecue a su temperamento, a sus circunstancias, a las condiciones del viento, de la marea y de las borrascas. Todo vale si nos permite avanzar y no nos niega del todo la tentación de no querer llegar a puerto.

Las 24 horas corriendo que hice en el mes de marzo creo que, lejos de distanciarme, han servido para empatizar más si cabe con mis atletas. Somos todos muy miserables, lo comprobamos a diario, y no podemos estar continuamente sacando pecho. Lo de las 24 ya está muy amortizado. La vida es un río que acabará seguro en el mar y habrá momentos en el que se encuentre ante una presa. Mientras tanto, nos enfrentamos continuamente a nosotros mismos para ofrecer nuestra propia versión mejorada. Y este batallar que nunca acaba, tanto para mi como para mis entrenados, es la esencia del vivir. Y por eso la vida es sueño, porque buscamos la autorrealización con nuestros continuos sueños difíciles pero posibles, nuestras competiciones. Nuestras nuevas metas reinventadas y que una vez que las hemos convertido en fecundas realidades, ansiamos más. Todo en germen, todo en potencia. Siempre creciendo, siempre soñando.

2 comentarios en “Acercar sueños

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