Me reconocerás que esta situación de confinamiento no elegido, ha sido una novedad en tu vida y en la mía. Novedad de las gordas.
Lo que ha dependido de ti, es si está siendo -o ha sido- inútil o provechosa.
¿Cómo puede ser provechosa esta lánguida y «desesperante espera»? El futuro es angustiosamente negro en lo económico, y por eso la ansiedad nos carcome por dentro ¿Nuestra cabeza está para aprender precisamente ahora? ¿Tenemos la actitud de aprovechar todo, incluso la adversidad?, ¿Es una de nuestras señas de identidad? En el fondo, no es tan diferente a una competición atlética.
Los corredores lo tenemos más fácil. Eso dicen. La resiliencia y la proactividad se suponen que son virtudes propias de maratonianos. Nos parecemos también a los boxeadores. Suele ganar el que toma la iniciativa y el que encaja mejor los golpes del oponente.
En este confinamiento ¿Te has sentido libre? o por el contrario ¿Te sientes adoctrinado, aborregado, asustado, conformado, dócil y sumiso?
Aprender a sufrir, a vivir sin derrochar, a tener grandes objetivos, a tomar las riendas de tu destino, a sembrar. Ese es el reto de hoy en día.
Estamos llenos de hartazgo y necesitamos certezas. Está siendo complicado vivir en la continua incertidumbre. Queremos saber cuándo y cómo. En estas semanas hemos experimentado un tiovivo de estados de ánimo. Hemos llegado difícilmente a aguantarnos a nosotros mismos.
La casuística ha sido tan diversa como las personas. Casas grandes, casas pequeñas. Orientación Sur (la más envidiada), Norte, Este u Oeste . Terraza o ventana o ausencia total de horas de sol (como diría Amaral «Te necesito como a la luz del sol»). En soledad o con niños. Con dificultad para concentrarse o con vértigo para soportar el silencio.
Y nos hemos hecho un hueco existencial en la rutina de los días. Nuestra mejor manera de pasar las horas con ocupaciones más o menos establecidas. Con tiempo para hablar, para callar, para rezar o para reír. Para cerrar los ojos e imaginar. Para soñar.
Todos los días os mando un pequeño vídeo de poco más de 2 minutos. El único objetivo que tengo es la de sacar afuera lo que me quema. El hilo argumental surge en mis diarios trotes de mierda en una terraza salvífica que muchos envidiáis. En los momentos más perros es cuando me surgen las ideas que me taladran y que necesito contar.
Si has observado con detenimiento mi semblante y mis palabras, han evolucionado conforme pasaban los días. Al principio era un querer y no poder, no tenía muy claro si la situación iba a sobrepasarme. Al pasar las semanas, me he ido encaramando a mi propia existencia y, al igual que me pasa en las competiciones, al ver más cercana la meta se ha agolpado una creciente esperanza y un orgullo interior de estar mejor que al principio, e incluso de haber ganado la carrera.
Como buen corredor que eres, sabes que la carrera nunca estará ganada del todo. Habrá otras y tendrás que estar preparado para la siguiente. La evaluación será continua y formativa, como pasa con los alumnos.
No quiero olvidar este periodo confinado. No quiero que todo siga igual. Si alguna lección me ha dado este bichito, es que he de tener la humildad que tienen los verdaderos corredores cuando no les salen las cosas como esperan, que por otro lado suele ser casi siempre ¿O no has experimentado también la impotencia del kilómetro 32 estando encerrado?
Cuando te llegue ese kilómetro en la próxima maratón que puedas participar, te acordarás de esta pandemia y se te irá la tontería. Será una suerte tener libertad de movimientos, pero espero que valores más la libertad interior que ha hecho que, incluso en esta situación de confinamiento, seas muy feliz por seguir aprendiendo a VIVIR con mayúsculas. Porque si esperas a no se sabe qué situación idílica, espera sentada/o que nunca llegará ese momento. Aprovecha, exprime el AHORA sea cual sea. ¡VIVE!