Creo firmemente en una realidad, la de que todo aprovecha incluso lo que parece improbable que así sea.
En el primer día de «suelta» -después del encierro de 48 días- hemos presenciado nuestra condición humana. Y es tan variada como maravillosa. La necesidad de movernos es innata. Nuestros ancestros tenían que buscar fuera de la cueva su sustento y para ello tenían que correr para atacar o -más frecuentemente- para huir.
Hoy es 6 de mayo y en tan solo 4 días hemos visto en los medios de comunicación textos y tertulias en la radio sobre quienes eran los corredores del momento y quienes, por el contrario, eran los «auténticos corredores», los que ostentan el pedigree.
Hoy escuchaba una clasificación, más o menos acertada, que intentaba ser exhaustiva. Lo de la indumentaria de cada subespecie me parece menos interesante:
Por un lado estaban los pros, corredores que saben perfectamente qué hacer y qué llevar de atuendo. Son los que corrían anteriormente al confinamiento y que siguen -incluso ahora- un plan pautado y progresivo. Son autodidactas o tienen un entrenador que les dice cómo afrontar la vuelta a la normalidad. Podría dar la impresión de que son corredores huraños, con un punto de antisociales o ermitaños.
Luego tenemos al corredor hedonista o tripero, que hace deporte como la manera más eficaz de compensar los excesos de la comida o la bebida. Aquí incluiríamos a los beer runners y a los que afirman que corren para poder comer y beber lo que les da la gana porque lo queman. Lo de sufrir corriendo está bien pero sin pasarse, no vaya a ser que el lado oscuro les mate su bien ganada fama de «corro para disfrutar».
Un tercer tipo de corredor es aquel que necesita de un grupo para motivarse y salir. Son los llamados group runners. La masa les da el cobijo necesario para hacer algo (correr) que saben que les conviene pero que se ven incapaces de hacer solos. Rara vez -solo en circunstancias extremas y a regañadientes- salen sin el cariño y protección del grupo.
Por último, estarían los novatos o circunstanciales. Aquellos que corren porque se lo permiten en la Fase 0 de la desescalada después de 48 días sin poder pisar la calle más que para comprar lo necesario y reponer los alimentos de nevera y despensa. Se apuntan al carro del deporte y con mayor motivo si coincide con el sonriente mes de mayo por temperaturas y por las ganas de estrenar una primavera gozosa que teníamos amagada y bajo techo.
Los que empezamos a correr ya hace 40 años, lo hacíamos en soledad porque eramos cuatro gatos. Para mí la esencia del correr se encuentra cuando te conectas con tu interior. La desescalada nos está obligando a correr en solitario. Buena ocasión para comprobar que el que persevere lo hará con el marchamo de la autenticidad. Logrará la inmunidad para cuando sea más fácil ser corredor por ir en grupo o por celebrarlo alrededor de una cerveza.
Ahonda en tus motivos reales de hacer deporte. Todos me valen, todos se aceptan. Solo deseo que perseveres, que no se agosten tus ganas como las amapolas rojas en el mes de junio. Seáis todos bienvenidos.
El correr para disfrutar debería ser común a los cuatro grupos
¿Y quién ha dicho que no lo sea?
No seas quisquilloso y disfruta al leerme. Y come y bebe tranquilo. Sé feliz!
Cómo dijo B. Brecht, “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Un fuerte abrazo, Juan!
Un fuerte abrazo D.David