Durante este confinamiento he disfrutado. He visto por la televisión (Teledeporte y GolTV) una variada selección de eventos deportivos históricos. Una oportunidad única de poder dedicar horas al visionado de deporte enlatado en diferido. En muchos casos ha llamado a la puerta de nuestra nostalgia y, como si fuera una canción, me ha transportado al pasado y he revivido lugares y situaciones que me explican y reconfortan. Solo os citaré dos ejemplos tontos: el 12-1 contra Malta el 21 de diciembre de 1983 o los esperanzadores goles de Butragueño en aquella calurosa madrugada del 22 de junio de 1986 contra Dinamarca. En ambos casos, junto a mi padre y hermanos.
Durante estos días me he centrado en tres deportes porque -además del Atletismo- me apasionan más que otros:
El fútbol de los Mundiales para después de la cena: Octavos, Cuartos, Semifinales y Finales del año 1966 hasta 2018, partidos de Copa del Rey, Supercopas, Recopas, UEFAs o Champions. de este siglo y del pasado. Nombres propios como Butragueño, Maceda, Poli Rincón, Santillana, Romario, Sócrates, Maldini, Nayim, Torpedo Muller, Paolo Rossi, Zidane…
El ciclismo que han puesto a la hora de la siesta como en los meses de julio. Los Monumentos del ciclismo (Milán-San Remo, Paris-Roubaix, Tour de Flandes, Giro de Lombardía o Lieja-Bastoña-Lieja) con su pavés y su barro. Los Mundiales con las victorias de Freire, Astarloa, Olano y Valverde, Etapas históricas de la Vuelta Ciclista y del Tour de Francia. Nombres propios como los de Pantani, Chava Jiménez, Lale Cubino, Marino Lejarreta, Escartín, Heras, Pereiro, Luisle, Purito, Contador, Lemond, Ullrich, Fignon, Sastre, Hinault, Indurain, Delgado,…
Por último, las peleas a cara de perro de la UFC (artes marciales mixtas) sobre las 11 de la noche. Algo tan auténtico y veraz me ha evadido de las noticias cargadas de monotonía, impersonalidad, incertidumbre y medias verdades. Un soplo de realidad a este confinamiento fantasmagórico que aderezaba con mi bolsa de palomitas (el capricho del día). Me he familiarizado con personajes como Anderson Silva, Demetrius Johnson, Henry Cejudo, Jorge Masvidal, José Aldo, Jon Jones, Ronda Rousey, Robbie Lawler, Georges St-Pierre, Conor Mcgregor, Daniel Cormier, Max Holloway, Tyron Woodley o Khabib Nurmagomedov…
Después de consumir tantas imágenes sobre el deporte del pasado y ante el panorama actual de ausencia de deportes de masas, me surgen las siguientes preguntas: ¿Cómo de heroica es o va a ser nuestra andadura deportiva? ¿De qué depende el que así sea?
Yo lo tengo claro. Muchos de nosotros hemos hecho de la necesidad virtud. Y al conseguirlo, nos hemos sentido más invencibles. Lo dice Viktor Frankl en su maravilloso libro «El hombre en busca de sentido»: La persona que conoce el «porqué» de su existencia, podrá soportar casi cualquier «cómo», así que descuida que vendrá a ti el cómo, a poco que estés conectado con tus ganas de tirar de tu carro existencial. Sufrir de manera innecesaria es masoquista más que heroico.
La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino sólo por falta de significado y propósito.
Ya lo dije hace tiempo en otra entrada: tiene más valor el trote de una madre de familia que se va a correr después de que sus hijos pequeños estén acostados que la más peleada medalla olímpica que puedas imaginar.
Es así de sencillo.
Piénsalo y ponte manos a la obra. De que tú y yo nos portemos bien, dependen muchas cosas grandes. Aunque el día de mañana no te saquen por la tele.