1984 es un año que tiene una significación especial en cuanto a mi afición a correr. Cuanto más me documento sobre ese año, más me doy cuenta de la decisiva influencia que tuvieron algunos de sus eventos deportivos en mis -entonces- 13 influenciables primaveras. Sin duda que las Olimpiadas de Los Angeles fue el punto álgido y José Manuel Abascal hizo mucho bien al imaginario colectivo de mis coetáneos y por supuesto a mí mismo.

Rodando mano a mano con Abascal en Valencia (febrero de 1991). Recuerdo perfectamente que hablamos de un prometedor Fermín Cacho y sus buenas cualidades. Al año siguiente sería campeón olímpico.
Por aquellos años llegó a mis manos un librito-panfleto de tapas blandas y de color rojo, donde se explicaban los tipos de entrenamiento que por aquel entonces ya estaban sobradamente contrastados, uno de ellos era el INTERVAL TRAINING (IT).
La ciencia del entrenamiento ha evolucionado mucho desde entonces -cuestiones relativas a la fisiología, a un mejor balance entre las cargas y el descanso y por supuesto en mejor material deportivo- pero hay unos fundamentos que siempre funcionan, el BACK to the BASICS, es muy útil (precisamente ahora que nos bombardean con todo tipo de medias verdades y de bulos más o menos contrastados) y sobre ello descansan los descubrimientos posteriores.
En ese librillo (cuánto daría por dar de nuevo con él) se explicaba lo que era un INTERVAL TRAINING y lo hacía cumpliendo las cuatro «ces» que tiene que atesorar todo lo que pretenda ser divulgativo: que sea claro, completo, conciso y concreto.
Es el entrenamiento de calidad que estoy utilizando masivamente en esta época post confinamiento. Es muy apropiado para las pretemporadas porque es una manera eficaz de respetar la progresividad, y así evitar lesiones. El motivo es más que evidente: nos ayuda a disociar la variable distancia con la otra variable llamada tiempo; nos quita presión a la hora de hacer entrenos de calidad.
Se me ocurren dos ejemplos de interval training:
10 cambios de 2 minutos vivos seguidos de 1 minuto lento. Total 30 minutos seguidos. El quid de este entrenamiento está en la dificultad de acertar con la velocidad del tramo rápido y en no ceder a la tentación de andar en el lento. Precisamente lo más difícil es no andar. Y por supuesto, no fliparse en los primeros cambios.
Con este entreno, aprendemos a calcular mentalmente los minutos y gestionamos la agonía en periodos cortos de tiempo. Si el entrenador utiliza un silbato para marcar los minutos, llegaremos al virtuosismo de intuir acertando la llegada del sonido salvador.
Otro ejemplo: 20 minutos de calentamiento + un cambio de 2 min vivos seguido de 2 min de recup lentos + 2 cambios de minuto y medio con recup de minuto y medio suaves + 3 cambios de un minuto vivos, recup otro minuto lento + 4 cambios de medio minuto vivos seguidos de otros medio minutos lentos. Al finalizar los cambios, hacer 20 minutos de trote en progresión.
Este entrenamiento dura exactamente una hora. Tienes al comienzo 20 min de calentamiento y al final 20 minutos en progresión. El meollo del entreno también dura 20 minutos y se podría expresar así: 1 x 2´ (2´) + 2 x 1´30´´ (1´30´´) + 3 x 1´ (1´) + 4 x 0´30´´ (0´30´´).
La cuestión es evitar la monotonía. Si te aburres es porque quieres o porque no aplicas la creatividad a algo tan imaginativamente repetitivo como es correr.
Hay de aquel que se flipa en los primeros cambios o kilómetros luego viene dejar caer los brazos,solo queda perseverar él gota a gota al final cala,Gracias maestro