Hace años, me explicaron la diferencia entre querer, desear y necesitar.
Me dijeron que querer era lo más, porque implicaba aceptar de buen grado lo que no fuese apetecible de alguien o de algo. En el caso de correr -por ejemplo- las series o cuestas y en el caso de las personas, sus defectos.
El desear empieza y acaba pronto, en cuanto se satisface ese impulso. Se podría asimilar a la conquista amorosa, que deslumbra a corto plazo pero cuyo desarrollo en el tiempo es efímero.
La necesidad es la que tenía peor prensa. Aparece en muchas letras de canciones -estoy pensando en la archiconocida te necesito de Amaral- o también aparece en la creencia de que tenemos necesidad de la mitad de otra persona para estar completo (la famosa media naranja). En el fondo hay una discrepancia entre la situación deseada y la situación actual y además tiene la connotación de urgencia o impaciencia en encontrar la solución. Cuando la necesidad aparece por la puerta, la libertad se escapa por la ventana.
Si uno tiene necesidades imperiosas lo pasa mal porque lo urgente fagocita a lo importante. Da la sensación -en esos casos- de estar pedaleando sin cadena en el vacío inútil de lo que no engrana.
Hoy vi a Victor…, estaba seriote, reconcentrado. Los que lo conocemos bien, sabemos que en él eso es muy raro. Es sanguíneo, vital y entusiasta. Victor es un torbellino, un liante, un hiperactivo entrañable, servicial, dispuesto, galante, arrollador,…Le pregunté por WhatsApp por la tarde si le pasaba algo…me llamó acto seguido para decirme que llevaba cuatro días sin correr y que lo llevaba mal y que eso sería. Que necesitaba correr.
El domingo pasado coincidí en persona con Carlos. Desde hacía 4 meses que no habíamos coincidido en el Parque. Había estado lesionado. Me reconoció que su cabeza en el dique seco de kilómetros no funciona nada bien. Me dijo que llevaba tres semanas sin dolores. Se le atisbaba en su mirada un halo de esperanza, de haber salido de un zulo de miseria existencial…
Ayer hablé con Marina. Me recalca que, gracias al entrenamiento matinal de martes y jueves, es capaz de aguantar con buen humor las jornadas maratonianas de 12 horas seguidas de trabajo. A ella le descansa el evidente cansancio del bueno que supone correr. La activan y la predisponen al vivir rutinario. Correr es la poesía de su prosa diaria.
En los tres casos hablan de necesidad pero quiero entender que quieren decir amor.