Más allá del chiste malo, en el que alguien pregunta: «¿Qué es el arte?» y otro contesta: «joderse de frío», hoy querría hablaros de la creatividad que está presente y da pleno sentido al hecho tonto de correr.
No se te olvide, ya sé que lo sabes, que cada entreno y cada competición son únicos e irrepetibles. Las condiciones climáticas, las circunstancias personales, tu edad biológica,…tu momento vital, hacen de ese rato de ocio algo radicalmente diferente a lo que sería esa misma distancia, ritmo o recorrido al día, mes o año siguiente.
Todos los hombres somos artistas, algunos más activos y creativos, y otros participan de manera más pasiva. Pero todos tenemos en común el impulso artístico: deseamos expresar la parte emocional de nuestra naturaleza. Está especialmente claro en el caso del teatro, de la danza y de la música, pero no solo son artistas quienes actúan y representan, sino también aquellos que se emocionan con la representación. En este sentido, los artistas no se distinguen solo por su capacidad de expresar las emociones, sino por su capacidad de sentir esas emociones a partir de aquello que constituye el Arte…
Todos los corredores somos artistas porque cultivamos experiencias emocionales y eso también nos hace ser deportistas, ya que ponemos al placer en un lugar prioritario y con un propósito emocional. Somos jonkies de endorfinas.

En el mundo del deporte, hay diferencias entre la persona que disfruta remando en un bote porque le complace el ejercicio, a otro que le gusta la sensación de deslizarse por el agua en un bote o el que quiere utilizar el agua para llegar a algún lugar deseable; es la diferencia entre dar patadas a un balón o jugar un partido de fútbol; es la diferencia entre correr y entrenar, porque en el segundo caso, todo tiene sentido, finalidad y propósito. Sin duda, al deportista no se le puede acusar de tomar sus placeres a la ligera.
Pero hay arte y ARTE. Me parecería perfectamente natural comparar una maratón a una sinfonía. Reconoce el corredor la existencia de lo sublime en el Arte con mayúsculas, y sabe, aunque no pueda sentirlo, que ese modo en que lo sublime mueve el alma es completamente diferente y mayor. Se puede comparar las carreras o un entrenamiento con flow a la melodía de la música. Y esa comparación en modo alguno resulta ridícula.
Correr es abstracto, inspirador, altivo y bello, es un lugar pleno de concentración y de reflexión, es nota al margen e imagen luminosa, mira hacia las estrellas. Correr nos ayuda a no olvidar que tenemos corazón.
Correr y hacerlo en compañía nos hace disfrutar de las estaciones somos como Vivaldi sin la necesidad de crear,