¿Eres de primavera o de otoño?

Cada temporada, los corredores de élite tienen un calendario atlético bien definido. Se divide en dos cachos y se hacen coincidir evidentemente con dos picos de forma.

En verano están los prestigiosos campeonatos internacionales (europeos, mundiales u olimpiadas) y en invierno la temporada de cross y la breve pero intensa pista cubierta. Los inviernos están enfocados en hacer la base. Con un buen invierno, se posibilita un prometedor verano. Los de élite se juegan los cuartos año a año con sus buenos o malos resultados. Su pan se materializa en una costosa marca mínima que dé derecho a participar en el extranjero.

Los corredores populares funcionamos de otra manera. En el caluroso verano vacacional, acostumbramos a dormitar en cuanto a exigencia deportiva. Parados del todo no estamos, pero la intensidad e incluso el volumen suelen ser de mantenimiento. Las carreras populares no se prodigan cuando los valores del mercurio suben a cifras verdaderamente alarmantes. También en invierno las carreras son escasas y quizá por eso tienen tanta popularidad las San Silvestres.

Las carreras populares (10 k, medias y maratones) se concentran en las dos estaciones más propicias para los organizadores: la primavera y el otoño. Desde finales de febrero hasta principios de mayo se concentran las competiciones más relevantes en España. Desde septiembre hasta finales de noviembre también tenemos buenas opciones.

Cuando llevas muchas temporadas en esto de competir, puedes llegar a la conclusión de que se te da mejor una estación a la otra. En mi caso concreto, siempre conseguí mejores sensaciones (y por tanto, resultados) en otoño.

Intentando averiguar las causas, se me ocurre que en verano no dejo de entrenar porque me apasiona correr con calor; parezco un girasol que disfruta de los rayos del sol y los busca. Con un verano de bastantes kilómetros, excursiones de montaña y una alimentación más ligera (y más líquida) me planto en el mes de septiembre con una base que me permite llegar a las competiciones en perfecto estado de revista.

En primavera, quizá porque no marco excesivamente los dos picos de forma anuales, llego a los meses de marzo, abril y mayo con cierta saturación y menor frescura.

Al finalizar la temporada hago una reflexión e intento determinar el momento del año o la carrera en la que mejor me he encontrado. Soy capaz de determinar que tal día y en tal carrera mi estado de forma fue el mejor posible en ese periodo.

¿En qué estación sueles ser más competitivo? ¿Cuándo son mejores tus sensaciones? ¿Lo has pensado? Ojalá tus temporadas no sean un continuo de septiembre a agosto y sepas marcar bien los tiempos. En la vida todo es cuestión de timing.

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