Correr implica impacto. Nuestros pies sufren continuamente choques contra el suelo. Nuestro peso y la gravedad mantienen una perversa relación por la que nuestros tendones y articulaciones no paran de violentarse.
Utilizar terrenos de diferente dureza (alternando asfalto y tierra) es una buena manera de evitar que nuestras piernas sufran demasiado.
La principal función de tus zapatillas es la de amortiguar el traqueteo contra el suelo, proporcionando además estabilidad y sujeción. Su vida útil es de unos 800 kilómetros. Pasado ese kilometraje, no te quejes si aparecen las lesiones en forma de sobrecargas o tendinitis.
Si además tenemos una mejor técnica de carrera, esto hará que nos alejemos de las lesiones. No todo va a ser culpa de las zapatillas, sino la suma de multitud de factores.
Hay tres tipos de pisadas:
1.Pronador: La característica del pie pronador consiste en un derrumbamiento del pie hacia la zona interna del mismo. Cuando corremos los tobillos tienden a girar hacia dentro, es fisiológicamente normal porque es la amortiguación natural con la que se defiende el cuerpo del impacto. La Pronación es por tanto un efecto fisiológico y necesario con el que el pie disipa parte de la carga que recibe en cada paso y así adaptarse a las irregularidades del terreno. Si no fuera por ese movimiento pronatorio nuestros pies sufrirían lesiones.
Cuando esa pronación está por encima de los parámetros fisiológicos, hablaríamos de un corredor pronador.
2. Neutro: Significa que los tobillos no tienden a girar ni hacia el interior del pie, ni hacia el exterior cuando uno corre. El pie normal es aquel cuyo apoyo comienza por la parte externa del tobillo ejerciendo a continuación una discreta pronación por parte del mediopié y el despegue del antepié lo realiza en la zona central.
3.Supinador: Entendemos por supinación el efecto contrario a la pronación, es decir, cuando hay una ausencia o disminución del efecto pronatorio fisiológico, ofreciendo el apoyo por la parte externa del pie (tanto del mediopié como del antepié). Se trata de un pie con poca movilidad (rígido) con una bóveda plantar aumentada y el tobillo hacia fuera. Esta alteración es infrecuente (aproximadamente el 1% del total de corredores son supinadores).
Los supinadores comprimen y desgastan sus zapatillas a lo largo de los bordes externos y no sólo en la zona del talón. A menudo se confunde con el desgaste de la zona externa del talón (que es común a los tres tipos de pisadas)
ANÁLISIS DE LA PISADA
Los pies en posición estática pueden comportarse de forma totalmente distinta a cuando están en movimiento y te desplazas durante la carrera.
Se dan casos en que unos pies normales en posición estática pueden transformarse en pies planos durante la carrera o viceversa. Por lo tanto, la huella plantar únicamente nos da una primera aproximación de lo que puede esperarse del mismo pie en movimiento.
De aquí la importancia de explorar los pies de un atleta en movimiento (corriendo), revisando además su historial de lesiones y analizando a su vez los desgastes, deformaciones y alteraciones del calzado deportivo usado (las zapatillas usadas muestran en forma fidedigna lo que le ocurre a los tobillos y los pies del deportista durante la acción deportiva). Al tomar en cuenta todos estos elementos, el diagnóstico acerca del tipo de pisada de cada atleta será más preciso.
Profesionales de la medicina estudian la dinámica de la carrera del corredor y elaboran informes que contienen observaciones y conclusiones específicas para la corrección de las alteraciones encontradas. Una revisión podológica aconsejará o no la utilización de unas plantillas correctoras.