Desde 2013, año que nació este blog, tengo fijación por la adquisición de tu mejor técnica de carrera. Ya hablé telegráficamente sobre ella en esta entrada.
También tenéis ejercicios de técnica de carrera (drills) que sin duda os ayudarán a mejorar en esto que llamamos CORRER BIEN (pincha aquí).
Hay variables que determinan singularmente tu forma de correr:
- Antropometría: Talla, peso, distribución de la masa, Longitud de segmentos, etc.
- Capacidades físicas: Fuerza (máxima, reactiva, explosiva…), resistencia, flexibilidad, velocidad.
- Caracterísiticas de nuestros tejidos: Resistencia a la tensión, orientación de la fibras, capacidad de elongación, elasticidad.
- Aprendizaje: Patrón de movimiento aprendido, tiempo de práctica, grado de interiorización o automatización del gesto.
- Entorno: Superficie del terreno, calzado.
Por ello cada uno de nosotros está adornado por unas inercias, una peculiar manera de sentir, pensar o moverse. Venimos predeterminados por un ADN y por un temperamento. Aquel que sea capaz de salirse de uno mismo e intente abarcar un espectro más amplio a la de su propia existencia será una persona más rica. Si te conformas con dejarte llevar por tu corriente existencial, terminarás en el mismo delta que acoge la desembocadura de todos los ríos. Sin renunciar a lo que eres, anterior y necesario para avanzar, tendrás que esforzarte en pulirte.
Son las paradojas de la existencia, la lucha constante entre lo que somos y lo que entendemos por lo que deberíamos ser. Apelo a tu cambio partiendo de tu aceptación.
Cada cual tiene una peculiar manera de correr, unos andares característicos. Nuestra técnica de carrera es siempre mejorable y todavía no he encontrado a alguien que abiertamente diga lo contrario, pero ¿Hasta dónde? ¿Habría un lugar en el que ya pudiéramos descansar de la pelea por dejar de ser uno mismo?
Necesitamos modelos, utopías por las que luchar. El conformismo es una tentación muy esbelta y atractiva, pero viendo este vídeo del gran Haile Gebreselassie se aquietan las palabras porque se abren bocas babeantes de los que tenemos todavía mucho por aprender.
Y viendo a Dennis Kimetto, antiguo recordman de Maratón -fue capaz de correrlo a 2.54 min/km- seguiremos con un pasmo todavía más creciente.
¿Y qué pasa con nosotros? ¿Qué narices podemos hacer para correr el Maratón en menos de 2 horas 2 minutos con algo de plasticidad? Una rápida respuesta parece lógica: nada, absolutamente nada por nuestra genética esquiva. Porque no nacimos para correr ni fuimos diseñados para huir de los leones o cazar antílopes, como decía Roger Bannister en su famosa frase.
¿Seremos capaces de dar un paso valiente y decidido por salir, poco a poco, de nuestra biomecánica? El objetivo se antoja duro y a largo plazo. La imagen de facilidad que observamos en los corredores que nos inspiran nos tiene que azuzar a ser otros.
Ya no sé si corro bien o no, lo único que sé es que no hay zancada en la que no deje de intentarlo.