El periodo de siembra es largo en el tiempo. Son meses de arar, plantar, regar, oxigenar, sulfatar, vigilar y proteger. Es un periodo sin aparente brillo pero que da razón de ser a la esperada recogida de los anhelados frutos.
A su debido tiempo, se recoge el fruto en su sazón. En pocos días se da cuenta de lo que contó con muchos días de siembra y cuidados.
Los inviernos y los veranos extremos son ese periodo de siembra tan útiles al corredor de fondo. Se alejan de las grandes carreras populares (maratones, medias, 10k en ruta) que adornan el calendario en primavera y otoño. El rendimiento en las fechas de frío y calor extremo baja muchos enteros. Son meses de siembra, de acumular motivos (mentales y físicos) para volar después con la meteorología más benigna.
Son cuatro las capacidades que hay que trabajar, a saber: la velocidad, la fuerza, la resistencia y la flexibilidad. Pero yo añadiría una quinta capacidad que mucha gente asemeja a la resistencia pero que tiene un añadido de actitud y de ser inasequible al desaliento: el endurecimiento o resiliencia.
Entrenar la cabeza es una parte imprescindible para rendir cuando la fatiga o el desánimo afloran en un entreno o competición. Por eso es tan importante entrenar con cansancio o en condiciones duras. Ponernos excusas nos debilita. Nos hace vulnerables. Siempre se ha de temer al contrincante que es duro de cabeza, que no anda con componendas y que no tiene nada que perder. En verano suelo salir a las horas más calientes del día. Voy más despacio y paso cada poco por esas fuentes que tengo tan estudiadas en mi recorrido. Sin comprometer la salud me pongo en situación de probarme en la dificultad, que es cuando más se demuestra el amor por este deporte. Luego te sientes invencible.
Correr es maravilloso. Cada día es una oportunidad nueva para volver a empezar. Corro después de un mal entreno, en una época personal convulsa, cuando tengo una mala competición, un exceso con la comida o con la bebida. Correr es la lavadora estupenda de mi cuerpo y de mi mente.
Se nos ha de conocer por nuestra buena cabeza, aunque las piernas no siempre acompañen o nuestros actos no sean lo buenos que se espera de un atleta como tú y como yo.
Completamente de acuerdo contigo, insistir y volver a insistir.
Si señor. Al hacerlo estás consiguiendo tu propósito. Cada día disfrutando un poco más de esto que llamamos correr.