La vida sencilla

No somos profesionales del atletismo y es una suerte. Que nuestro cuerpo sea la herramienta de trabajo debe de ser muy esclavo.

Como necesitamos llevar dinero a nuestras casas, trabajar es nuestra ocupación principal. Tenemos que sacar tiempo extra para entrenar después de la jornada laboral. En otra entrada (pincha aquí)  hablaba de cómo intentar conciliar la vida laboral y familiar con el correr.

La vida es como una bicicleta

Encajar las piezas del puzzle en nuestro día a día es la misión quasi-imposible a la que nos enfrentamos si tenemos una vida complicada. Y es entonces cuando habría que priorizar o sino moriremos de sobredosis ocupacional.

Preparar una carrera con mimo requiere de renuncias. Fijaros que no os digo ganar una carrera, sino de preparar con mimo. Lleva tiempo.

Y si eres de los que carecen de tiempo, como es mi caso (bendita suerte la de trabajar hoy en día), bienvenido al obligado mundo de lo sencillo.

Hacer las cosas fáciles, con anticipación y a la vez sin neuras. Con equilibrio. Incluso el tiempo dedicado a cocinar, por ejemplo, puede reducir el tiempo de descanso y no podemos permitirnos, a veces, esos lujos. Y me dirás que no tienes la suerte de llegar a mesa puesta, y que hay que ir al supermercado cada poco para llenar la nevera y la despensa, y que hay que llevar a los hijos al colegio, que hay que, de vez en cuando, cambiar nuestro fondo de armario, que hay que tener un poco de vida social con los amigos, que es bueno ir a los museos o a las exposiciones interesantes que inauguran en tu ciudad y así un largo etcétera de ocupaciones y preocupaciones legitimas y saludables.

La cuestión es muy personal. La fatiga generada por sacar adelante los 30, 40, 50 o 110 kilómetros planteados cada semana (según casos) es elevada. Necesitamos descansar mucho y con el ritmo de vida que llevamos es complejo. ¿De qué podríamos escaquearnos? ¿Es un problema realmente de egoísmo? ¿Qué obligaciones familiares y sociales son imprescindibles? ¿Qué podemos hacer para que nuestra pareja no nos eche en cara nuestra aparente desidia? ¿El descanso es un derecho? ¿Tenemos más derechos, por el cansancio de correr, que los de nuestro consorte-no deportista?

Bonitas preguntas que depende de ti el que no acaben siendo retóricas. Intentaré exponer, haciendo honor al título de esta entrada, de manera sencilla, las claves. Todo partirá de un profundo examen de conciencia y de un análisis pormenorizado y realista de nuestro horario.

Las frases típicas de «Cambiar preocupaciones por ocupaciones», «El que mucho abarca, poco aprieta», «Alma, calma», «Cada día tiene su propio afán» explican claramente este asunto.

ELIMINAR EL RUIDO

Muchos de vosotros me comentáis lo provechoso del yoga. Es una suerte escuchar a tanto corredor popular. Si os paráis a pensar, se trata de dedicar un rato al día a la quietud y al silencio. Es fundamental el silencio en nuestras vidas. Los católicos lo llamamos meditación u oración, los budistas aprovechan los mantras, los mahometanos inclinan su frente hacia el suelo en silencio. La cuestión es vaciar la mente del ruido exterior para llenarla de nosotros mismos, de nuestra consciencia. De alguna manera correr es la realización también de un gesto repetitivo y simplón que tiene el mismo efecto narcotizante y liberador. Un vaciar para llenar más plenamente.

La relajación y la quietud son asuntos relacionados con el cuerpo. La concentración es más propio de la mente. Por último, la contemplación es el atributo específico del alma. Y todas ellas son fruto del SILENCIO. Porque para descansar de un tirón por las noches sólo necesitamos de una conciencia tranquila. Y para disfrutar del silencio sólo necesitamos de reservarnos un rato a diario para tener un encuentro con nuestra propia interioridad.

La respiración es un aspecto que preocupa a muchos corredores y tiene mucho más que ver con la relajación que con su técnica. Es tan sencillo como echar y coger aire. Es tan sencillo como vivir.

Ocasiones en los que podemos simplificar o favorecer el descanso:

  1. ¿Cómo planifico mis fines de semana? ¿Con una mayor vorágine de actividad que entresemana?
  2. ¿Cómo han sido mis vacaciones? ¿Realmente he descansado?
  3. ¿Unifico los actos de consumo o los reduzco temporalmente hasta después del maratón? Por actos de consumo me refiero a cenas, comidas, ir de compras, etc…
  4. ¿Soy muy ordenado? ¿Planifico con la idea de simplificar las tareas ineludibles y dar cabida a los imprevistos?
  5. ¿Soy puntual y tengo buena predisposición al trabajo en equipo?
  6. ¿Me dejo ayudar? ¿Estoy receptivo a consejos o insinuaciones?
  7. ¿Aprovecho al cocinar para dejarme preparadas varias comidas?
  8. ¿Aprovecho cualquier resquicio de tiempo para sentarme? (Como se nota que trabajo 7 horas de pie de cara al público).
  9. ¡Qué de distracciones nos proporcionan los artilugios móviles y sus redes sociales!. Ese móvil que siempre nos acompaña y que usamos, muchas veces, de manera excesiva.

Intenta darte a diario momentos de respiro. De tener la conciencia tranquila a pesar de no tener nada mejor que hacer que estar contigo mismo en ese preciso momento de silencio.

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