Hace pocas semanas me hacían esta pregunta: ¿Qué crees, que es mejor correr para estar en forma o por el contrario debemos primero estar en forma para poder correr?
No tuve que pensar mucho la respuesta.
En todo lo que digo en este blog, se entrelazan por un lado lo ideal del deber ser y por otro la realidad tozuda del ser humano y sus miserias. Porque la perfección es complicada y aunque tendamos a ella siempre nos quedamos un poquito a medias.
Esto fue lo que le contesté:
«En un mundo ideal lo primero sería estar en forma para poder correr. En la realidad del día a día nos encontramos con el caso de personas con sobrepeso, sin fuerza y sin una mínima técnica de carrera que se dedican a golpear violentamente el suelo o en el mejor de los casos, a avanzar sin eficiencia.
El ejercicio aeróbico continuado, sumado a una correcta alimentación son el único camino para bajar peso. El trabajo de acondicionamiento físico y la ganancia de fuerza es un deber de cualquier persona que quiera empezar a correr. La técnica de carrera es la herramienta para evitar lesiones y ser altamente eficientes. Todo está entrelazado y todo es importante. Acompasarlo es un arte y un ejercicio de sentido común para, de esta manera, no saltarse nunca etapas intermedias».
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El corredor popular ha de tener en cuenta que las prisas no son buenas y que dosificar en los entrenamientos y en competición es una habilidad que hay que trabajar cuanto antes. Comer bien e hidratarse es parte esencial para disfrutar como enanos y que el descanso es el mejor entrenamiento, porque sin él nada fructifica.
Es necesario planificar, definir en el calendario el objetivo, potenciar las cuatro cualidades fundamentales (resistencia, velocidad, fuerza y flexibilidad), observar las leyes del entrenamiento (progresividad, individualidad y supercompensación), olvidarse de las redes sociales cuando nos planteamos los retos, corremos para nosotros y no de cara a la galería.
No confundas pasión con talento. Ni tú ni yo hemos nacido para la gloria atlética. La humanidad podría prescindir de nuestros logros deportivos, de los tuyos y de los míos. Lo hacemos con pasión, como todo lo que realmente nos gusta y nos hace felices. Pero tú y yo acudiremos con la ilusión de reinventarnos pero con realismo.
No cortemos las alas a la ilusión pero tampoco vayamos a las carreras sin la preparación necesaria. Esto de correr es cosa seria y más todavía la de arañar en nuestros límites.
En el fondo, ¿Qué queremos? ¿Longevidad deportiva o quemarnos a lo bonzo en una o dos temporadas?
«No hay venenos sino dosis». Esta frase la uso mucho, seguramente porque he llegado al convencimiento de que estamos rodeados inevitablemente de venenos o tentaciones. Sí, correr puede llegar a ser veneno. Y quizá hoy pueda decir que tengo el veneno instalado en dosis tan pequeñas que estoy inmunizado. Quizá también por eso celebre todos los años mi cumpleaños con el equivalente a mi edad en kilómetros. Quizá por eso lo que más valore sea que vosotros, queridos lectores, corráis muchos años como yo. Ninguno de nosotros será olímpico, pero realmente nos importa poco.