Correr por sensaciones

Experimentamos a diario cómo el agua de la ducha empieza siendo fría y con el pasar de los segundos va cogiendo temperatura hasta que nos decidimos sin miedo a colocarnos debajo del chorro. También cómo el agua de la cazuela se va calentando hasta que al final suben unas burbujas que son la antesala de sumergir los macarrones.

Correr por sensaciones. Se nos llena la boca al decirlo. Los entrenadores de prestigio internacional no usan el pulsómetro en sus atletas. Parece que el aturdimiento que provocan los datos esté trasnochado y se incide más en la responsabilidad del corredor y en su sentido común.

¿Las sensaciones valen siempre y para todo? ¿Qué significa y en qué se concreta eso de correr por sensaciones?

De pequeño aprendí una frase de Séneca que me ha hecho pensar durante muchos años: «Per aspera ad astra«. Podría traducirse como «a través de las dificultades a las estrellas», o su variante ad astra per aspera «hasta las estrellas mediante el sacrificio». Sin embargo está hoy muy extendida la expresión «Póntelo fácil» y quiero pensar que son compatibles. ¡Cuánto daño puede hacer el pensamiento dicotómico, eso de tener que elegir entre una cosa y la contraria!

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¿Qué bondades tiene, sin embargo, el sujetarse a un guión preestablecido? A mí me parecen claras, y son las de reforzar nuestra voluntad y reafirmar nuestra autoestima.

Me recuerdo en muchos entrenamientos saliendo de casa como un viejo por los dolores arrastrados del entreno del día anterior. Poco a poco con los minutos suaves del calentamiento mi cuerpo iba entrando en sensaciones y empezaba a encontrarme mejor. Había respetado los tiempos y seguido la lógica de la progresión dentro de la propia sesión de entrenamiento.

Hay otros días en que, incluso los corredores más avezados, se retraen de meterse en problemas cuando el día está cruzado. Se puede mover a otro día ese entreno duro al que nos enfrentamos con unas molestias difusas pero que no pintan bien. Podemos trotar cómodamente porque hemos dormido mal y nos sentimos muy fatigados. ¿Y qué pasa si, a pesar de todo, cumplimos el plan previsto? Ojalá que nada. Si no nos rompemos habremos dado un paso adelante en nuestra preparación.

La capacidad de correr por sensaciones es una habilidad que debe aprenderse»

Muchos principiantes tienen poco sentido del ritmo. Para solucionarlo, mi consejo sería que se prestase atención al modo en el que el ritmo se relaciona con la sensación de esfuerzo. Hay que determinar qué ritmo se percibe como suave, medio y duro. Si te centras en datos como la respiración, el ritmo de tus piernas y el movimiento de los brazos, podrás interiorizar las sensaciones físicas que corresponden a las distintas velocidades.

Una vez que te familiarices con los tiempos de paso en determinados entrenamientos, trata de adivinar los tiempos antes de mirar el cronómetro. Al principio, puede que te equivoques en 20 segundos o más por km en un trote, pero con el tiempo irás mejorando. Se requieren al menos seis meses prestando una atención estricta para ser capaz de apreciar el ritmo y mantenerse en un rango de 5 segundos/Km por arriba o por abajo del ritmo deseado.

En los rodajes continuos es deseable salir tranquilamente y sin agobios. Ir entrando en faena con el paso de los minutos. A ser posible tender a realizar rodajes en progresión.

En las series cortas y largas hacer la primera como si no fuera con nosotros la cosa. Seguramente no iremos a ritmo de trote y siempre tendremos ocasión en las siguientes series para, ya más entonados, plasmar un trabajo que no quede desdibujado por unas primeras series alocadamente rápidas.

En los fartlecks o cambios de ritmo, ser muy cuidadosos con el relieve y adaptarnos a las cuestas para que saquemos todo el jugo al trabajo menos estresante que supone este entrenamiento.

En las cuestas haz las primeras sin mucho afán, tienes tiempo para ajustarte a la intensidad más adecuada porque si encima de ser cuestas le pones mucho picante al principio tienes el peligro de no acabarlas o hacerlas a una velocidad mucho menor.

Siempre y en todo utiliza las sensaciones para, desde la realidad de tu estado de forma actual, aproveches mucho tus entrenamientos en su aspecto cuantitativo y sobre todo en el anímico, ya que no hay nada peor que un entrenamiento malogrado, en el que el único que ha triunfado ha sido el papel donde estaba escrito.

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