Se nos puede llenar la boca al decir que ya corríamos cuando nadie lo hacía, que era cuando todavía vivíamos en pesetas. Que somos los más auténticos de entre los corredores que habitan este planeta. Que estamos libres de redes sociales, de stravas y de selfies que sólo nutren de baladronadas las tardes lánguidas de los domingos. Que nunca nos separarán del atletismo esencial que se muestra en blanco y negro y nunca en el postureo multicolor postproducido del instagram.
Demonizar los avances de nuestro tiempo. Es lo más fácil. Ni el instagram, ni el facebook o el twiter tienen la culpa del mal uso que hacemos de estas herramientas como maneras de influenciar y comunicar. Que no, que nadie está en posesión de la verdad absoluta…
Que no, que la palabra runner nunca la utilicé en los años 80 y que a día de hoy me provoca un poco de grima pero que no eres menos corredor si la usas. Que no, que el atletismo no es patrimonio exclusivo de cincuentones como yo. Que si no sabes quienes son Juantorena, Ovett o Coe tienes también, aunque parezca mentira, la obligación de enseñarme algo sobre esto que llamamos correr. Que no, que si Zatopek o Prefontaine levantasen la cabeza te escucharían con interés e intentarían aprender de tus circunloquios y bravatadas. Que seguramente González y Abascal estarían dispuestos a comentar las fotos que subes de tu GPS con los estratosféricos tiempos de tus entrenamientos. Que no, que a pesar de llevar dos días en esto tienes la obligación de sentirte uno más. Nadie posee la quintaesencia del atletismo. Ni tú ni yo.
El atletismo no es algo que se pueda explicar con palabras ni se encarna en alguien concreto. Lo construimos a diario. Los que empezaron desde pequeños, los que llevan dos días, los que son capaces de hacerlo sin esfuerzo y muy deprisa, los que van abriendo camino al coche escoba y llegan a meta mientras otros ya se han duchado. Los que participaron en las Olimpiadas y se sentían únicos y privilegiados y también los que participan por primera vez en la carrera de su pueblo con esfuerzo y preparación.
Yo aspiro algún día a pertenecer a este deporte como aquel que fue invitado a una boda y ocupó el último lugar de la última mesa. Un día me enamoré de correr y cada día que pasa el idilio se va agrandando.
«La perfección solo existe en nuestro interior, en lo que creamos nosotros que es perfecto. Todos los caminos nos conducirán a un lugar distinto, pero serán nuestros pasos los que nos van a permitir encontrar más o menos chispas de felicidad en cualquiera de ellos». Palabras de Kilian Jornet.
Juan, sabias reflexiones las tuyas.
Un abrazo Javier. Valencia nos está esperando con los brazos abiertos.
Juan
Buena reflexión, Juan. La esencia es siempre la misma, y los corredores de cualquier tipo deberíamos alegrarnos por el mero hecho de que, en los últimos años, ha habido un boom de personas que se han lanzado a correr.
Hay corredores de postureo, pero desde luego sigue habiendo profesionales (tantos o más que en cualquier época pasada) y también, cómo no, «talibanes de la zapatilla» a los que no les agradan las nuevas tendencias, pero eso demuestra únicamente que este deporte nuestro goza de popularidad, y con esta aparecen también distintas «corrientes». Cada uno es libre de defender la suya, pero estamos todos dentro de la misma familia.
Y lo importante es que cada uno encuentre en este deporte aquello que le ayude a sentirse mejor y a seguir practicándolo, ya sea aspirar a medalla olímpica o a verse la punta de los pies de nuevo.
Saludos desde Bolonia 🙂
Muchas gracias Carlos por tu comentario
Has entendido perfectamente el mensaje y el tono abierto del texto.
Un saludo desde Zaragoza
Juan
Muy buen articulo Juan, saludos desde Argentina!
Gracias Lucho
Enhorabuena por la Davis !!!!