¿Quieres tortilla…? Pues tendrás que romper algún huevo.

Lo tienes grabado a fuego: salir de tu zona de confort fue tu más costosa conquista. Está en tu ADN de corredor.

Ese rascar segundos o aumentar metros te lleva a parajes de belleza infinita y como el hobbit Bilbo Bolsón, descubres impactado la flipante ciudad de Rivendel; siempre ocurrirá si te embarcas en un viaje arduo y peligroso, y será un infalible «rasca y gana». Generarás rutinas actualizadas por las motivaciones de tu destino.

Giordano Bruno en el siglo XVI decía que no sólo merece honores el único individuo que ha ganado la carrera, sino también todos aquellos que han corrido tan excelentemente como para ser juzgados igualmente dignos y capaces de haberla ganado aunque no hayan sido los vencedores. Lo importante no es ganar sino hacerlo bien, con esfuerzo y sin excusas. Para eso, o rompes huevos u olvídate de hacer una tortilla.

¿Quién puede mantener la fascinación cuando sólo le obsesiona la mera supervivencia? De esta pregunta se pueden desgranar varias ideas que están en la trastienda del que dedica tiempo e ilusiones en algo tan inútil como la superación de uno mismo. No me gustaría que pareciera este texto una sesión barata de psicología positiva. Todo lo que escribo está basado en la experiencia de mi vivir que no siempre es lineal y ascendente y que tiene borrones y muchos claroscuros. Pero aspiro a la excelencia y no me quiero rendir en su búsqueda.

La supervivencia la entiendo como una suma de cosas, actividades o rutinas necesarias que nos anclan al sistema y nos permite funcionar en sociedad: los Gintonics del viernes, el vermú torero de los domingos, el impenitente trabajo diario, el afeitarnos o maquillarnos, el decidir qué ropa ponernos, el qué cocinar, hacer la compra, quedar con los amigos para trasvasar información y ponerla en común, etcétera. Siendo parte necesaria y deseable del vivir cotidiano no debes olvidar nunca que esas actividades se rigen, se explican por un porqué y no se agotan en sí mismas. Más allá del sistema está siempre la persona.

Encaramarte por encima de tu propia existencia y trascender al día a día. Tu vivir chato y sin altura es una tentación que no te puedes permitir. Te animo a que examines si tus sueños son propios o inducidos por otros o por modas. Vales lo que vale tu actitud. Analiza si te mueve sólo la inercia y si te dejas llevar por lo que hace la mayoría y vas a favor de la corriente por sistema; Siempre y a la postre te ahogará. Necesitas reinventarte cada día, cada hora, cada momento…..encontrar a través de la reflexión y el silencio (que abundan poco) el lugar que ocupas en este mundo y que exige compromiso hacia ti mismo y hacia los demás.

Cuando aplicas tu pasión en un objetivo personal y aparentemente egoísta sientes, y con razón, que estás contribuyendo a que la sociedad sea mejor. Te alejas, porque así lo requiere el correr y lo contagias a todo tu vivir, del miedo, de la procastinación, de la inmediatez y las prisas, de lo políticamente correcto, del pensamiento único, aumentando tu tolerancia ante el aparente fracaso.

Rompe huevos. Sé atrevido. Pelea las cosas. Lo bueno se hace esperar y cuánto más te cueste más sabrosa será incluso con cebolla y sus inevitables lágrimas.

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