Este correo lo quiero compartir con quienes me queréis. Y creo que tú eres una de esas personas que lo haces de manera sincera.
Esta mañana he salido a trotar a 3’45” como me recomendaste, las sensaciones han sido impresionantes, muy suelto, alegre. Augurio de buenas cosas en el futuro, y de confirmación del momento actual.
Estaba en ese momento de reflexión que tenemos los fondistas cuando estamos conectados con nosotros: he dejado el puesto de control de velocidad al ritmo deseado (habilidad alcanzada a puro huevo de hacer kilómetros), y tan sólo tenía una mínima parte de mi atención en el circuito (también las zancadas te enseñan a hacerlo). Estaba sumido en esa especie de trance en el que te ves envuelto cuando ruedas a gusto, sin sufrimiento y sin percepción de lo que estás haciendo; y la mente fluye a su libre albedrío.
En este Nirvana he tenido mis mejores ideas, he resuelto problemas que no parecían tener arreglo, he soñado paraísos oníricos…, y en cierta manera, amigo, he encauzado mi vida en esos momentos: el rumbo hacia el que dirigirla.
Casualidades de la vida estoy leyendo un libro de meditación, de conexión con el yo, de parar el cerebro de su diálogo continuo. Nunca he sido en exceso metafísico, uno de mis principio vitales siempre ha sido que lo que no se toca, no existe. Pero esta vez me ha dejado algo de huella, y lo he leído con interés, o quizá ha sido el camino inverso… El caso es que he visto un paralelismo casi simétrico entre la meditación, y ese pequeño nirvana del que disfrutamos los fondistas. El cerebro se para de su absurda conversación empobrecida y sin sentido, y va a donde nuestra ‘luz’ (así la llamo yo) quiere que vaya.

De hecho, creo que esta es una de las razones inadvertidas que hace que cada día más gente se aficione a esto. Pero creo que no desvelaré este secreto a nadie, que piensen que es por la competitividad, la sociabilidad o cualquier otra mierda material.
El caso, amigo, es que mi cerebro ha decidido llevar su foco a el porqué de los últimos resultados, tras Valencia. Y aunque tengo muy presente la lección de no atender al narcisismo de los números y los segundos, me ha sorprendido gratamente por lo atípico de los resultados. Precisamente cuando ya había asumido que no había margen de mejora, que ya había llegado a la cima, y que no había más metros que subir.
Paradójicamente, por un maravilloso suceso también inesperado de mi vida, he comprendido que la continua persecución de más, es fruto de una honda insatisfacción no asumida, y que el equilibrio es la única forma de afrontar con garantías plenas el futuro.
Así, en los últimos años he volcado mi rabia mal entendida en la ambición, y en ese ciclón no se encuentra la satisfacción jamás: haces MMP (mejor marca personal), la quieres bajar, lo haces y lo quieres hacer de nuevo. Es cierto, que lo aprendí en mi vida atlética antes que en la personal, y que el año pasado rompí muscularmente y de cabeza, y afronté el entreno para disfrutar, para saborearlo… no para llegar antes. Así entrené Valencia, y no hice MMP pero la recompensa fue mejor: disfruté como hacía años que no me pasaba con correr. Y, lo más importante, no dí nada de importancia a no haber bajado marca. De nuevo lloré al terminar, y en el km 35, de la pura emoción de estar disfrutando, Juan, de haber comprendido, y, sobre todo, por haber ‘ganado’ a mi bestia.
El atletismo, amigo generoso, me ha recompensado este aprendizaje regalándome este pico de forma que me ha permitido volver a disfrutar de la velocidad y de las marcas. Hacía ya 2 años que pese a apretar los dientes como nunca, no había bajado de 1h20’ en media y de 36’ en 10K. Creo que el destino, si eso existe, había decidido que no me dejaría volver a tener resultados hasta que no hubiera comprendido que no eran lo importante, que lo que de verdad lo es, es ser FELIZ intentándolo. Salir a bailar (y quien me quiere sabe que no es uno de mis fuertes) sin ambición, sólo para disfrutar el ritmo, sin querer impresionar con la perfecta técnica, únicamente para disfrutar. Y ahora deseo bailar…
Haber comprendido que mi puta ambición se convirtió en mi peor bestia, por no afrontar la raíz, lo he trasladado a mi vida personal. Desde hace mucho tiempo, por no afrontar la causa raíz, me he dedicado a apretar los dientes en todas direcciones: hacerlo mejor, ser mas fuerte, tener más cosas, llegar más rápido… Lejos de darme calma, cada peldaño que conseguía subir, me generaba más ansia de llegar al siguiente, y durante mucho tiempo pensé que llegaría al final de esa escalera, y lo peor, que no había otra cosa que hacer: subir, subir, subir… sin disfrutar cada peldaño.
Y, amigo Juan, la vida me ha hecho el regalo más bonito que me podía hacer: COMPRENDER. Me está dando sensaciones que pensé que jamás podría volver a sentir, y como en las carreras, mejores marcas. Hoy, en ese nirvana del que te hablaba al principio, he comprendido cuanto se parece ahora mi vida, a mis carreras. De repente dejas de empujar con esa violenta ansiedad, y comprendes que se puede empujar a la vez que se disfruta del camino; y, que para ello necesitas tener un equilibrio en tu vida. También en mi vida personal, ahora disfruto del ritmo, del camino, de la plenitud del momento…, y llego más lejos, más rápido y mejor, sabiendo que lo importante es sólo el camino. Porque no quiero llegar el primero, ni tan siquiera más rápido de lo que lo hice otras veces, sólo quiero caminar todo ese camino, siendo consciente de cada centímetro, porque no va a volver jamás.
Hace tiempo leí un verso que no recuerdo en el literal, pero que decía algo así como que: sólo quería llegar, al final de la vida, despeinado y sin aliento. Primero pensé que eso solo se conseguía con resultados, hoy por fin he entendido que se hace con AMOR.
Gracias Juan, no lo sabes, pero escribirte este mail me ha dado la paz que hoy necesitaba.
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Sensaciones y sentimientos que muchos experimentamos. Un placer leerlo y releerlo. Siempre se aprende, hay que huir de la mejora continua sin disfrute. De ahí la frase de gandhi » la paz no es la meta, es el camino». La podemos extrapolar a los conceptos que queramos. Disfutemos….. Abrazo fuerte Juan para tí y les das las gracias al autor
Querido Nacho
Si tiene valor este blog es porque nos identificamos con lo que se escribe. Somos idénticos, desde el más rápido hasta el más lento.
La materia prima es la misma: el hombre y el correr.
El valor añadido que aplicamos a estas dos dimensiones es lo que hace que correr sea especial.
El hombre y la mujer tiene cabeza, corazón y alma. Y al correr ponemos en funcionamiento todos los recursos para dar sentido y profundidad a una actividad repetitiva que nos enriquece.
La vida misma.
Un abrazo muy fuerte
Juan
Un texto en el que muchos nos veremos o sentiremos representados. Llevo mas de una década corriendo y ha sido recientemente cuando he mandado los ritmos al carajo puesto que al final no era consciente ni de lo que hacia ni de por donde iba. Era como si tuviese que rendir cuentas de forma diaria de mis km/min.
Ahora salgo a correr un poco mas libre.
Un saludo