Las siete palabras

Estamos en Semana Santa, y me he acordado de la Cofradía de las siete palabras. Esta cofradía encuentra su sentido en las frases que Jesucristo pronunció cuando estaba clavado en la cruz y me pregunto por la importancia de estas. Será por la importancia del mensaje que hace que hayan pasado a la historia y sean fuente inagotable de sabiduría y de enseñanza. Son éstas:

  1. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
  2. «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
  3. «Mujer, ahí tienes a tu hijo. […] Ahí tienes a tu madre.»
  4. «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?»
  5. «Tengo sed.»
  6. «Todo está cumplido.»
  7. «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.»

¿Y qué tiene que ver esto con correr? Para mí ejemplifica a las mil maravillas la parquedad de palabras mientras estamos «corriendo en la cruz«.

Me intentaré explicar mejor: no es momento para dilatados parlamentos, tan sólo para mensajes claros y concisos. En ese sentido, nuestro correr será suave si podemos hablar tranquilamente mientras trotamos y nos indicará claramente nuestra baja (o no) intensidad en el esfuerzo.

Los atletas me preguntan el número de pulsaciones que deberían de llevar en trotes, rodajes y series. Siempre derivo la conversación a algo más concreto y certero que un simple número: las ganas o no que tengan de conversar o de emitir tan sólo leves suspiros. La cifra concreta de pulso variará mucho entre cada corredor: su edad, la climatología, su trayectoria deportiva o su actual estado de forma. A principios de temporada o en un día de calor sofocante mutará sensiblemente aunque lleves una misma intensidad que otro día más fresco u otro momento de la temporada.

Lo que nunca falla son las sensaciones aunque parezcan eminentemente subjetivas. Te diré que las cifras me acunan, sueño con ellas, me rodean por doquier, me informan fielmente de resultados, de competencias, de ubicar algo o a alguien dentro de un contexto: la objetividad del metro y del segundo que, como normas iguales para todos, nos ayudan a funcionar. Pero……

…considero que la objetividad de los efectos de lo que podemos hacer o no a una determinada intensidad son de una precisión milimétrica. Los años de práctica y de observación en otros me lo atestiguan.

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Cuando el plan de entrenamiento te indica un ritmo suave de trote, lo será si eres capaz de mantener una conversación susurrante y en la que no escatimas detalles y matices. La hora de las confidencias. Si no eres capaz de hacerlo, no te engañes, no es suave.

Si es un ritmo de «maratón» (el que llevarías hipotéticamente en esa distancia) lo es porque no alcanzas a acumular lactato en ningún caso y tu cuerpo trabaja aeróbicamente (en presencia de oxígeno). Serás capaz de llevar una conversación. Ya no hay ganas de dar todos los detalles, das información pero sin recrearte.

En el ritmo controlado o rodaje, que viene a ser el que llevarías en una media maratón, ya sólo serás capaz de emitir dos o tres frases seguidas. Confías en que tu interlocutor no te obligue a llevar el peso de la conversación y no se convierta en un monólogo. Interaccionas con tu acompañante pero guardas algo de resuello porque la intensidad y la duración del esfuerzo ya lo requiere.

Si hablamos del ritmo que llevarías en una 10k, sólo serás capaz de emitir una frase no especialmente larga, unas 5 o 7 palabras seguidas. La intensidad se aproxima al trabajo anaeróbico y el oxígeno es un bien que se te antoja demasiado escaso.

En las series, amigo mío, con algún bufido o monosílabo ya tienes bastante. Confías ciegamente en la eficacia de eso que llaman lenguaje corporal para comunicarte. Las miradas suplen la información que te gustaría dar de palabra pero que postergas para el breve momento de la recuperación entre series.

Trote Suave……………… la hora de las confidencias

Ritmo Maratón…………..conversación

Rodaje (1/2 maratón)……2 o 3 frases

Ritmo 10 Kms……………….5 o 7 palabras

Series……………………….monosílabos, o ni eso…

¿Y si no tienes acompañante en los entrenos? Te pones en situación e intentas llevar una conversación imaginaria con tu amigo invisible. Con no mover los labios evitarás que te tomen por loco.

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