No soy mayor, sólo que tengo muchos años

A la longevidad deportiva es a lo único a lo que puedes aspirar si tu DNI te ofrece una cifra alta que aun siendo objetiva deberías aceptar como si fueran trofeos consistentes en arrugas y canas.

Tener un cuerpo presentable, resultón y trabajado es la amable carta de presentación del deportista. La calidad de vida de las personas que se cuidan con la comida, con el descanso y con la continuada actividad física son la envidia del que se desliza por la rampa de lo fácil y de lo que se puede pagar con dinero.

El corredor veterano atesora riquezas que incluso valoran más esos que no tienen la actitud del que castiga a su cuerpo para disfrutar verdaderamente de la vida. Hay diferencia entre buena vida y vida buena. El corredor prefiere la segunda sin hacer ascos a la primera. El corredor no vive de masoquismos sin sentido sino de disfrutar el doble de los más sencillos placeres de la vida.

El deportista longevo habla poco de su bien ganada salud, más bien se ocupa en practicar deporte con una regularidad asombrosa.

Es consciente que va contra corriente. Todos le miran con recelo e incluso le afean su fanatismo. Pero a la hora de la verdad es la envidia el motivo de sus arteros comentarios. Ya les gustaría tener ese tono de piel, esa agilidad en los movimientos y ese brillo en los ojos por objetivos menudos pero sabrosos.

El otro día tuve que explicar la diferencia entre precio y valor. También entre lo costoso y lo caro.

Que un producto -o servicio- sea caro, es porque subjetivamente le atribuimos esa cualidad que siempre va a ser relativa. Que sea costoso incide en el aspecto objetivo de que algo tiene un precio elevado comparado con el nivel medio de precios. El precio es lo que pagas, el valor lo que obtienes.

Para estar en forma sólo tienes que implicar dos virtudes, que son la constancia y la determinación. Para la inmensa mayoría de personas es inasumible su coste en forma de tiempo dedicado y por tanto de renuncias.

El valor implícito de una vida deportiva longeva es incalculable porque es la demostración palpable de una persona con objetivos difíciles pero posibles. Tiene un por qué y piensa detenidamente en el cómo. Está vivo a nivel físico, intelectual, emocional y espiritual. Es mi héroe.

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