Quizá no hubiera llegado hasta nosotros su figura sino hubiera sido por la película Carros de Fuego (1981), basada en hechos reales. El actor Ian Holm caracteriza magistralmente al entrenador del campeón olímpico de 100 metros en las Olimpiadas de Paris de 1.924.
Sam Mussabini era el entrenador de Harold Abrahams, medalla de oro olímpica. Ha pasado a la historia por ser el primer entrenador profesional, es decir, que cobraba por ello.
Era una época impregnada de amauterismo y Mussabini fue postergado. Durante cinco Olimpiadas (Londres 1.908, Estocolmo 1.912, Amberes 1.920, París 1.924 y Amsterdam 1.928) consiguió que once de sus entrenados obtuvieran medalla.
En su juventud había seguido los pasos de su padre y fue periodista durante un tiempo. También hizo sus pinitos como velocista, pero sobre todo ha pasado a la historia porque aplicó un enfoque distinto y novedoso, para la época, en el entrenamiento y, en ese sentido, fue un revolucionario. Lo concebía como un sistema perfectamente programado.
En aquellos tiempos los entrenadores eran más parecidos a un masajista. Gracias a sus orígenes periodísticos, utilizó la fotografía para analizar técnicamente a sus corredores y a sus rivales. Exprimió todos los recursos que la tecnología le brindaba para optimizar el rendimiento.
Célebre es su frase: «Sólo piense en dos cosas – el revolver y la cinta- . Cuando escuche el disparo, corra como el fuego hasta que rompa la cinta.»
Todos los entrenadores buscamos innovar. Los estímulos aplicados en las cargas de trabajo deben sorprender, deben cumplir la misión de ir un paso más allá. Se nos exige mucho. Nos basamos en las experiencias propias que hemos ido acumulando con el paso de los años en nuestros propios entrenamientos. También, al haber pasado por varios entrenadores, vivencias diversas maneras de entrenar. Y por último, dedicamos mucho tiempo en leer todo lo que cae en nuestras manos para aumentar los conocimientos.
Nuestros entrenados se convierten, en algún momento, en unos magníficos conejillos de indias. Nunca se acaba de aprender. Nunca se acaba de experimentar. Lo que siempre ha funcionado hay que seguir utilizándolo y lo novedoso hay que aplicarlo con cuidado. En la actualidad, aún queda mucho camino para llegar a un control exhaustivo del entrenamiento deportivo y, en consecuencia, aún tiene cabida una parte importante de creatividad por parte de los entrenadores. El entrenamiento es 90 % arte y 10% ciencia. Pero ¡Ojo!, no hay que limpiarse el culo con ese 10%.
Siempre que pienso en la figura del entrenador de atletismo pienso en Mussabini, ejemplo cinematográfico y también real de un personaje que vibra con los avances de sus atletas como si fueran propios.