Erase un corredor que cuando todavía estaba verde y no tenía hábitos de salir a correr, en lo único en lo que se fijaba era en el parámetro «cantidad de kilómetros». Cuando evolucionó como corredor se dio cuenta de la importancia de la calidad de esos kilómetros.
Y cuando experimentó a la vez estas dos variables, tuvo sobrecargas y lesiones.
Quería entrenar más rápido sin renunciar al volumen alcanzado previamente con dificultad. Además de entrenar, se dio cuenta del sutil asunto de asimilar lo entrenado.
Puede ser que en tu caso hacer 20 kilómetros semanales no te suponga una digestión especialmente pesada. Pero si se trata de trabajar para lograr un registro interesante -más allá de acabar la carrera-, la cosa cambia: te dedicarás a hacer series, cuestas o fartlecks. Querrás reinar en el reino de lo rápido además del previamente conquistado reino de lo lejos.
Y ese punto adecuado de cocción será una tarea mucho más difícil de lo que te podía parecer en un principio.
Te surgirán estas preguntas:
¿Cuántos kilómetros semanales hago por debajo del ritmo previsto de competición?, es decir, ¿Cuánta es la cantidad de la «calidad» de los kilómetros frente al total de kilómetros semanales?
¿Cuántas experiencias previas has tenido en entrenamientos de estas características? ¿Es lo mismo debutar que tener consolidada una distancia y su entrenamiento correspondiente?
La preparación de la primera maratón se basa en un afán lógico por sumar kilómetros. Cuando ya llevas unas cuántas y has acumulado temporadas y kilómetros, quizá es hora de otro tipo de tareas. Podrías llegar a la conclusión que terminar un maratón no es lo mismo que correr un maratón. En el primer caso se va más a bulto, como a ciegas. En el segundo caso se trabaja partiendo de una base y una trayectoria, cobrando vida la frase: «El que tuvo, retuvo«.
Porque es cierto que el ser humano -su fisiología- tiene memoria para saber cuándo estamos en parámetros novedosos o, por el contrario, ya fueron transitados con anterioridad. También en esto de correr se nos puede hacer callo y tener facilidad en correr a determinados ritmos porque alguna vez pudimos correrlos.
Termino como he empezado: menos es más. El mejor entrenamiento casi siempre es el descanso. No por acumular kilómetros vamos a rendir necesariamente más. El trabajo de fuerza es clave para ir cada día un poco más deprisa. Al cuerpo hay que estimularlo para que entre en zona de NO confort que es la que contribuye a que el cuerpo haga sus necesarias adaptaciones.